Tiempo para la austeridad y la paz

Tiempodeauteridadypaz¿Has observado que en el tiempo de Adviento el altar, la vestimenta del sacerdote es de color morado e incluso en la corona de Adviento tres de las velas son del mismo color? ¿Sabes qué el color morado indica la austeridad que debe acompañarnos en la espera de la venida de Jesús? ¡Qué difícil resulta esto! ¡Cuánto necesito yo y quizá tú, prestar más atención a los colores que marcan los diferentes movimientos en las celebraciones y ceremonias que celebran a Cristo! La verdad es que la inmensa mayoría es lo que menos hacemos, se nos va la cabeza pensando en los regalos, las fiestas, las tarjetas, los trajes y hasta los viajes que se deben planear para el gran acontecimiento.

Muchas veces me he parecido a Herodes, “Si como Herodes, llenamos nuestra vida de cosas, y nuevamente de cosas; si nos consideramos tan poco importantes que debemos llenar todos los momentos de nuestra vida de acción, ¿cuándo tendremos tiempo para hacer la larga y lenta travesía del desierto que hicieron los Reyes Magos ¿o para sentarnos y contemplar las estrellas como hicieron los pastores?” (Anónimo) Y a éstas palabras agregaría: ¿Qué tiempo tendremos para meditar sobre el nacimiento del Niño como hicieron María y San José? ¿En qué momento pensamos en que antes de su nacimiento estos padres huían y vivían afligidos por su Hijo? Un niño que era Rey y no nació como tal.

Si bien son tiempos de austeridad y paz, también es tiempo de fiesta, pero no para estar de fiesta en fiesta: 40 minutos aquí, 30 minutos por allá, 15 minutos es esta última casa porque a las 12 finalmente tengo que estar con la familia. Es tiempo de festividad, porque se conmemora un nuevo natalicio de nuestro Niño Jesús, y debe ser vivido como tal, con alegría y con calma, con tiempo para reflexionar y para estar en familia. Nosotros como cristianos también nos desviamos, somos egoístas y buscamos fervientemente todo lo que nos produzca placer, felicidad instantánea, ¡regalos! ¿Pero a quién no le gusta recibirlos? Por ello mismo, porque este tiempo de espera se vuelve caótico, como de carrera de fórmula uno y con muchos desfile de modas: los salones de belleza están llenos de niñas y mujeres ese día y en muchos casos, la gente se sobre viste, ¿se nos olvida que la Santísima Virgen era pobre? Si, ya sé que me vas a decir que lo que pasa es que estamos celebrando, ¡qué bueno si tu eres de los que pone balance en las fiestas previas al nacimiento del Rey! Pero para mí se hace necesario parar-nos. Pararme. Necesito ir hacia dentro mío, hacia el interior de mi alma, correr a la Iglesia y buscarlo ¡Jesús, ¿por que soy tan débil? Que no me separe de ti en estos momentos! Pero es necesario inclusive imponerse a uno mismo para hacer el recorrido por el desierto de María y José. Tratar de, por lo menos un momento, transportarse a su desierto y empatizarse con ellos: sentir su angustia y al mismo tiempo su gran confianza, buscar la estrella, descubrirla y mirarla. Parar, no pasará nada si sólo alcanzo ir a tres fiestas; hacer silencio para encontrar en nuestro corazón, a Dios que se hizo hombre para que tú y yo nos convirtiéramos en gente buena, en gente de bien, en aspirantes a la vida eterna: ¡Santos! Ciertamente esto no es algo que pueda hacerse en medio de una actividad frenética. Al escribir estas líneas, me estoy enterando de una matanza en un hogar para enfermos en el que murieron 14 personas. 21 están heridos. ¿Qué quiere en realidad Jesús esta navidad? ¿Acaso austeridad no sería dejar de ir a una fiesta para visitar mejor una capilla y rezar por la conversión de los que matan? El Papa Francisco tiene razón: «las ciudades se maquillan en Navidad con luces, fiestas, árboles luminosos y pesebres mientras el mundo continúa haciendo la guerra.”

Jesús hoy también llora. Hemos preferido el camino de las guerras, el camino del odio, el camino de las enemistades. Rechazar el «camino de la paz» hace que Dios mismo llore al tiempo que ha enfatizado que en Navidad estará «todo maquillado» mientras «el mundo continúa haciendo la guerra, haciendo las guerras».

Para y reflexiona en estas palabras. Deja que caigan y empapen tu corazón profundamente. Para y pídele a Dios el deseo por el silencio para pensar hondamente en reparar el mundo convulsionado este año por tanta guerra, tratando tú de vivir la austeridad y la paz. Detrás de las compras de los juguetes para nuestros niños, la elección de los regalos y la algarabía de las fiestas, del caos del tráfico que se atora, tú y yo no nos quedemos espiritualmente “atorados”. Si estamos en casa, busquemos al Niño y lo arrullemos, si cocinamos pensemos en María Santísima, si trabajamos callemos como San José. Que tú y yo podamos hacer silencio en medio del caos, en medio de la Guerra y en medio de la fiesta. Apliquemos en toda su potencia nuestra dignidad de personas. Que seamos ejemplares al estilo mariano, al estilo de Cristo. Que verdaderamente pueda decirse de cada uno hombres y mujeres que preparamos de forma consciente y comprometida la llegada de Nuestro Rey, El Rey de los Judíos, El Maestro de la Personalidad Humana, Jesús, simplemente Jesús. Como diría Juan XXIII “cantar, cantar con orden y bien y cantar todos”.

 

FIRMASHEILA

Sheila Morataya
Austin, TX
sheilamorataya.co

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2 comentarios

  1. que hermosa reflexion, todos estos dias he tratado de encontrar la forma de vivir la navidad, sin tanta bulla, sin tanto ruido, sin tanto consumismo y materialismo, no se porque tenemos la mala costumbre de relacionar esta fecha tan importante con las comilonas, la bebida alcoholica excesiva, musica ruidosa sin sentido…como podriamos experimentar la paz con todo esto? creo que tendriamos que preocuparnos por empezar a preparar nuestro corazon… lleno de luz de la esperanza, vestido con las mejores galas de la humildad, de la fe y del amor,…y asi esperar a que llegue el divino salvador!!!

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