Los pasos de Josemaría Escrivá de Balaguer

JOSEMARIAESCRIVAINTEste es el mes en el que se celebra el aniversario de la muerte de Josemaría Escrivá de Balaguer, un hombre que hoy es Santo en la Iglesia Católica y que fue el fundador del Opus Dei que en latín significa Trabajo de Dios. San Josemaría Escriva de Balaguer fue el primer santo moderno que hablaba e inspiraba a los creyentes a hacerse santo esforzándose en hacer del trabajo ordinario algo extraordinario, ofreciendo a Dios este trabajo y siendo alma contemplativa cuando se trabajaba. Solía decir que también antes de hablar de las almas a Dios, le habláramos al Dios de las almas.

Personalmente amo profundamente a este santo y tengo una especial filiación con él, pues por medio de sus enseñanzas yo comprendí que significaba tener valor, dignidad y ser una hija de Dios. Además despertó en mí, el amor por el mundo. “Hijos míos, allí donde están vuestros hermanos los hombres, allí donde están vuestras aspiraciones, vuestro trabajo, vuestros amores, allí está el sitio de vuestro encuentro cotidiano con Cristo. Es, en medio de las cosas más materiales de la tierra, donde debemos santificarnos, sirviendo a Dios y a todos los hombres” (Homilía Amar al mundo apasionadamente)Cuando leí por primera vez estas palabras algo quedo iluminado en mi ser al tiempo que me dejo una profunda reflexión “allí donde están vuestra aspiraciones… allí está el sitio de tu encuentro con Cristo”.

Yo podía entonces encontrar y amar a Cristo en cada segundo de mi vida, de mi trabajo, de toda mi existencia en la tierra, podría tener una vida limpia, una vida sirviendo a Dios y una vida santa. “Sabedlo bien: hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir”. Yo descubrí una nueva forma de vivir, un modo de llevar a cabo mi trabajo profesional mientras me hacia santa. También descubrí que cada tarea por mi familia, por mi trabajo, por mi comunidad era una oportunidad para llevar a otros a Dios y para vivir metida en Dios. Descubrí que podría estar, ser en el mundo, ahí mismo con lo que hacía y soñaba, pero con mi corazón en Dios y alabándolo todo el tiempo.

Casi al término de su homilía el santo dice: “Os dije al comienzo que mi palabra querría anuncia-ros algo de la grandeza y de la misericordia de Dios. Pienso haberlo cumplido, al hablaros de vivir santamente la vida ordinaria: porque una vida santa en medio de la realidad secular sin ruido, con sencillez, con veracidad, ¿no es hoy acaso la manifestación más conmovedora de las magnalia Dei (Eccli, 18,4), de esas portentosas misericordias que Dios ha ejercido siempre, y no deja de ejercer, para salvar al mundo?”

Pienso que esto último es algo en lo que cada uno de nosotros, los cristianos, debemos mencionar con frecuencia en nuestras oraciones. Si bien vivimos en una era hermosa, también es cierto que la misma nos ha alejado del Amor de Dios, ya que las personas piensan que es importante el dinero, el status socio-económico, la belleza sin edad para sentirse y ser feliz. Talvez eso no te ha pasado a ti, pero sí que me paso a mí. En numerosos artículos he contado que mi primera profesión fue el modelaje profesional. Y es que el mundo seduce con sus diversas propuestas cargadas de luces con la capacidad de dejarte ciego : belleza, lujos, popularidad, nombre,  inteligencia, títulos, bienes materiales, viajes, aplicaciones para teléfonos inteligentes, compras en línea, revistas de moda, invitaciones a la Casa Blanca, invitaciones a un cuerpo de Directores, ser embajador, famoso, cantante o actriz, una socialité. El mundo seduce hoy más que nunca, inclusive a los católicos nos ha llegado. Los sacerdotes no tienen tiempo para la dirección espiritual (vivo en Austin, Texas), las amigas no tienen tiempo para tomarse un café. Esto no es crítica, sino más bien una inquietud del corazón y una propuesta para llevarlo a la oración: ¿estoy dejando de atender a las almas porque estoy tratando de que la parroquia produzca más dinero? ¿Dejo de atender a esta amiga que de acuerdo a mi criterio ya está avanzada en los caminos de Dios, porque me interesa dedicarle más tiempo a las jovencitas? ¿Estoy dejando de atender amigos que también caminan en Cristo y que son ya de muchos años con la excusa de asistir a reuniones y fiestas que vienen bien a mi prestigio? ¿Vivo con Cristo pero me he dejado seducir por las propuestas del mundo? Humildemente creo que hay que llevarlo a la oración, preguntarle al Señor: “¿cómo puedo ayudarte mejor este día? ¿Qué quieres que saque de mi vida para poder estar más contigo y que mi alma repose?”

Sin proponérnoslo hemos pasado a ser parte de la gran vorágine ocupacional que nos traga y nos aleja de Dios, de la contemplación de su grandeza y misericordia. Por eso amo a San Josemaría Escrivá de Balaguer, porque nos enseñó a amar la sencillez, el trabajo bien hecho, la heroicidad en las virtudes humanas, el acento en los detalles. Todo sin hacer ruido, sin buscar protagonismo, santificándose uno mismo y santificando al mundo para la Gloria de Dios.

Acudamos a la misa que se celebra cada 26 de junio y a las tantas parroquias que llevan su nombre alrededor del mundo, levantemos peticiones al cielo pronunciando su nombre y repitiendo “yo también quiero ser santo”.

FIRMASHEILA

Sheila Morataya
Austin, TX
sheilamorataya.co

 

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Un comentario

  1. Un excelente escrito,para tomarlo muy en cuenta, iniciando una verdadera convivencia con nuestro Dios,en cada acto realizado de nuestro diario vivir.
    para llegar a la santidad.

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