El Papa de la vida ordinaria

El día 13 de marzo de esta semana, conmemoramos el quinto aniversario del pontificado del Papa Francisco.

Se ha escrito mucho sobre el impacto que ha tenido el Santo Padre en la Iglesia y en el mundo, y se puede decir mucho más sobre su trabajo por renovar el Vaticano e inspirar nuevas formas de pensar acerca de la manera en que la Iglesia lleva a cabo su misión en el mundo.

Pero esta semana, al estar orando por el Papa y al estar reflexionando sobre él, me ha llamado la atención, entre otras cosas, que el Papa Francisco ha sido el Papa de lo personal y de lo práctico, el Papa de la vida cotidiana. Estos cinco años, sus enseñanzas han puesto de relieve el modo como las verdades de nuestra fe responden las exigencias de la vida diaria.

Por eso, la sección más larga de “Evangelii Gaudium” (“La Alegría del Evangelio”), en donde anunció el programa para su pontificado en 2013, está dedicada a la homilía dominical.

Francisco sabe que aunque la Iglesia es universal y global, la experiencia de la fe para la gran mayoría de los católicos es algo personal y parroquial.

El lugar en el que la fe cobra vida —o algunas veces deja de hacerlo— es el domingo por la mañana, en sus parroquias, en sus familias y en su contacto con los cristianos comunes y corrientes.

La misión de la Iglesia en el mundo no depende de filosofías, programas o estrategias; más bien, como lo sabe el Papa Francisco, la manera en la que la fe sea transmitida dependerá de la manera en que ésta se viva.

La evangelización se reduce a un examen de conciencia que todos los miembros de la Iglesia deben hacer: ¿cómo nos tratamos unos a otros? ¿Qué tipo de ejemplo le damos, como cristianos, a nuestro prójimo?

Lo que importa no son solamente nuestras palabras, sino incluso, nuestras acciones y actitudes, en el ámbito de nuestros hogares, del trabajo, de las decisiones que tomemos en el mercado y en la sociedad.

Lamentablemente, y como el Papa Francisco nos lo recuerda, a veces es el testimonio personal de los cristianos individuales lo que se interpone en el camino e impide que otros escuchen el evangelio como buena nueva.

Además de escribir sobre cómo preparar y pronunciar la homilía en “Evangelii Gaudium”, el Papa Francisco es el primer Papa en hacer que sus propias homilías diarias estén ampliamente disponibles.

Cada mañana, lo encontramos en su capilla privada de la Casa Santa Marta, lanzando retos a la comunidad asistente —y a todos nosotros también—, a vivir realmente el evangelio, a hacerlo verdaderamente la “regla” de nuestra vida y la base para hacer nuestras elecciones y para fijar nuestras prioridades.

Él nos dice que no basta con leer las palabras del Evangelio o incluso con estudiarlas y meditarlas. “El Evangelio es demandante; exige ser vivido radical y sinceramente”, dice. “Jesús nos pide que practiquemos el evangelio, que vivamos sus palabras”.

Francisco habla a menudo en un lenguaje sencillo acerca de lo que parecerían ser asuntos menores: chismes, indiferencia, pereza, avaricia, humildad e hipocresía.

Para mí, una de sus homilías más memorables fue sobre lo que él llamó “tres pequeñas palabras”, por favor, gracias y lo siento, que dijo que son esenciales para las relaciones familiares.

Pero él entiende que éstos no son asuntos menores, que nuestra vida cristiana es una lucha entre nuestro egoísmo natural y el llamado de Cristo a la conversión, que es un llamado a ser más parecidos a Él.

Y su consejo es, con frecuencia, simple: lleven una copia de los Evangelios en su bolsillo; vivan las Bienaventuranzas y practiquen la Regla de Oro.

Es la fe cristiana reducida a su forma más básica, y más poderosa: encontrar a Jesús y seguirlo.

“La imagen de Cristo es el espejo en el cual un creyente descubre su verdadero ser”, nos dice el Papa.

En estos primeros cinco años, el Papa Francisco ha querido que veamos que el conocimiento de Jesús es el lugar en donde dan comienzo nuestras vidas. Él sabe que nuestros corazones están inquietos por alcanzar la felicidad, el amor y a Dios.

“¡Cristo está tocando la puerta de sus corazones… y del mío también!”, nos dice el Papa Francisco. “Él nos pide que nos levantemos, que estemos despiertos y alertas, y que nos fijemos sólo en lo que realmente importa en la vida. Además, nos pide a ustedes y a mí que salgamos a las calles y caminos de este mundo y toquemos a la puerta del corazón de otras personas, invitándolas a acogerlo en sus vidas”.

Cuando abrimos nuestro corazón a Jesús y empezamos a seguir sus pasos, descubrimos que estamos incluidos en su misión de amor.

Este es el significado de la hermosa noción del Papa Francisco de que todos nosotros, los que formamos parte de la Iglesia, estamos llamados a ser discípulos misioneros, viviendo la alegría que hemos encontrado en Jesús y compartiendo esa alegría con los demás.

Oren por mí esta semana y yo estaré orando por ustedes.

Y esta semana, oremos por nuestro Santo Padre, ahora que da inicio a un nuevo año de su pontificado.

Con la ayuda de nuestra Santísima Madre María, que el Papa Francisco continúe proclamando la alegría del Evangelio y que invite a toda la gente a un nuevo encuentro personal con Jesucristo. VN

16 de Marzo de 2018

Los escritos, homilías y discursos del arzobispo se pueden encontrar en ArchbishopGomez.com


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El obispo José H. Gomez es actualmente Arzobispo de Los Ángeles, California, la comunidad católica más grande en USA. Es también Vicepresidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos y forma parte de la Comisión Pontificia para América Latina.

En su ministerio, el Arzobispo José Gómez anima a la gente a seguir a Jesucristo con alegría y sencillez de vida, buscando servir a Dios y a sus vecinos en sus actividades diarias ordinarias.

Ha desempeñado un papel decisivo en la promoción del liderazgo de los hispanos y las mujeres en la Iglesia y en la sociedad estadounidense. Es miembro fundador de la Asociación Católica de Líderes Latinos y de ENDOW (Educación sobre la Naturaleza y la Dignidad de las Mujeres).

Durante más de una década, el Arzobispo Gómez ha sido una voz clara sobre cuestiones morales y espirituales en la vida pública y la cultura estadounidense. Ha desempeñado un papel principal en los esfuerzos de la Iglesia Católica para promover la reforma migratoria y es autor, entre otros libros,  del titulado: Inmigración y la próxima América: renovando el alma de nuestra nación.

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