Era la primera vez que asistía a un juego de futbol americano profesional, me acompañaban dos de mis hijos y una sobrina, la expectativa era enorme por entrar al estadio de los Broncos de Denver que enfrentaban a los Jefes de Kansas City, era una tarde soleada, sin embargo, aun la nieve y el hielo en los pasillos y butacas del estadio no se derretían. No importa, la emoción por estar ahí junto con tantos fans que apoyaban al equipo de casa -que venció por mucho al visitante- hacía que no se sintiera el frío. (Creo que además el chocolate caliente, los guantes, botas, gorras, sweaters, bufandas y chamarras ayudaron también).
Los Broncos de Denver llegaron nuevamente al SuperBowl, encabezados por un quarterback a quien muchos daban por acabado hace algunos años, después de varias lesiones y operaciones que le impedían pasar el balón. No importó la gran calidad del jugador y los triunfos que había dado a su anterior equipo, a sus 35 años lo consideraron “desechable”, digamos en el lenguaje del Papa Francisco, fue víctima de la cultura del descarte.
Esta temporada, Peyton Manning además de ganar el campeonato de su conferencia y llevar a su equipo al SuperBowl, rompió varios récords personales, de su equipo, y de la NFL. Y fue nombrado el jugador más valioso del 2013. Y no solo eso, en el último juego de la temporada, después de ir ganando a la mitad del partido con holgura y haber roto un récord, salió del campo para que jugara el reservista, pudiendo haberse quedado a ampliar su marca, sin duda, ese gesto describe su competitividad, trabajo en equipo, y al mismo tiempo su sencillez.
Hay otros rasgos de este excepcional deportista que lo ubican como un gran ser humano, ya que además de ayudar a causas de beneficencia, su ejemplo de vida trasciende el ámbito deportivo. Menciono solo la atención personal a través de cartas que escribe a sus compañeros, y a personas y familiares que colaboran en sus equipos sin escatimar tiempo. Un acto que implica conectarse de manera personal con otro, y que en nuestra época nos es particularmente necesario.
Peyton Manning sin duda estará en el salón de la fama por sus grandes logros deportivos, y sin embargo, a mí me parece que con el ejemplo de su vida familiar y cristiana, está también en el camino de tener un lugar en ese otro espacio que trasciende no solo lo deportivo sino lo temporal. Quizá usted que está leyendo y un servidor no tengamos la posibilidad de ganar un SuperBowl, pero sí tenemos la oportunidad de hacer las cosas sencillas y valiosas que hacen la diferencia para otras personas, y que también están en el camino a la eternidad.
Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez
Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y aprendiz de bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.
Mexicano, católico, autor entre otros textos de «El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe»
Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).
Muy cierto, que mejor que ganar un super bowl, que ganar la vida eterna a traves de las acciones ordinarias del dia a dia. Gracias.