Nueve meses más

En la página de Facebook apareció la felicitación a la hija por parte de sus papas: ¡Felicidades por tus tantos años y nueve meses más que llegaste a nuestras vidas! Se mostraban las fotos de mamá y papá felices junto a su hija. Me recordó la ocasión en que supe de una pareja que después de varios años en que no pudieron concebir un bebé, decidieron adoptar uno, desde que tomaron la decisión y concluyó el proceso de adopción y entrega de su hijo, pasaron nueve meses más.

Curiosamente referirnos al momento de la concepción de una nueva vida más que al nacimiento de la misma, nos hace más conscientes de la coparticipación de hombre y mujer, puesto que en el momento del nacimiento, y a pesar de que el padre se encuentre presente, la madre vive la experiencia de una manera distinta y con un componente individual indiscutible. La concepción por otra parte involucra a ambos padres en un acto de amor y unión física y de voluntades que inicia un proceso de cambios físicos, hormonales, y de atención al hijo, que en muchos casos son compartidos por ambos padres durante esos cerca de nueve meses.

Cuando se insiste en la “construcción” de un concepto que desvincula la concepción de la vida humana que se da en la fecundación de los derechos humanos del nuevo ser empezando por el de la vida, al establecer arbitrariamente que hasta los 3 meses tiene derechos, se generan efectos colaterales para las mujeres y la sociedad que no se consideran por algunas autoridades y activistas, además de la impunidad por la posibilidad de dar muerte “legal” al niño.

Cuando se “defiende” el “derecho” de la mujer a abortar en las primeras 12 semanas de vida del bebé, se realiza un “secuestro” unilateral del niño por parte de la mamá, ya que se argumenta que entonces el pequeño es “parte” del cuerpo de la mujer, y por supuesto se ignora no solo la dignidad del niño sino la del padre. ¿Estaremos mejorando así los derechos de mujeres, niños, niñas y toda la sociedad?

Una sociedad que se sabe machista y que además avala el aborto, perpetúa así una condición de vulnerabilidad de la mujer y de su indefenso vástago, al implicar que el varón no tendría ninguna responsabilidad sobre “esa parte” del cuerpo de la mujer, esta vulnerabilidad significa un retroceso en la justicia social que hace milenios reconoció el matrimonio entre otras cosas como una salvaguarda de la mujer en su condición de madre (Matris-monium-munium). Y por supuesto avala también un ataque a los seres más vulnerables de la sociedad que son los seres humanos en el vientre materno.

Asumir la protección de los hijos, niños y niñas desde el momento de la concepción es incontrastablemente una labor de amor y servicio que redunda en el equilibrio físico y psíquico de las nuevas generaciones, por el contrario, la consideración de desapego del padre, y la negación de la dignidad del bebé por parte de la sociedad, las leyes y la propia madre constituye de entrada un acto de eminente discriminación, que además lastima a nuestra generación y a las que están por venir.

Paradójicamente quienes luchan por “defender y empoderar” a las mujeres a través de la construcción del “derecho a decidir” sobre la muerte de lo que NO es su propio cuerpo, en el proceso lo que generan es una mayor vulnerabilidad para ellas que termina además afectando a toda la sociedad, legitimando el machismo e irresponsabilidad de muchos varones, y acotando la dignidad y desarrollo sano de las nuevas generaciones.

A pesar de que no es una tradición arraigada en nuestra sociedad, quizá sea buena idea festejar nuestro cumpleaños recordando los nueve meses más, para significar ese momento de unión y amor de los padres que nos dio la oportunidad de vivir y dar nueva vida a nuestros hijos, y hacernos conscientes de que todos los seres humanos tienen derecho a ser amados, respetados y protegidos desde el momento de su concepción.


Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez

Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.

Mexicano, católico, autor entre otros textos de «El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe»

Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).

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Un comentario

  1. No hay que cerrar nuestros ojos, no hay que tapar nuestras orejas; más aún escuchemos nuestro corazón. La realidad es una sola: somos seres vivos desde nuestra concepción. Dios bendiga nuestra vida.

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