Descansar con humildad: una pausa para el alma

En tiempos donde el cansancio se normaliza y el hacer se sobrevalora, descansar se vuelve un acto de valentía. Este artículo propone una mirada distinta al descanso: no como evasión, sino como un retorno a lo esencial, guiado por una virtud olvidada en la era del rendimiento constante: la humildad.

“No considero libre al que no tiene un rato de ocio”, decía Cicerón. Vivimos en una época que venera el movimiento constante. Nos enseñaron que parar es perder el tiempo y que solo vale quien produce. ¡Vaya idea que nos hemos comprado! Por eso, cuando llegan fechas como la Semana Santa y se abre una ventana para descansar, muchos no saben cómo hacerlo y les puede generar ansiedad o angustia. Cambian de actividad, pero no de actitud. Se desconectan del trabajo, pero se hiperconectan a pantallas, ruido, movimiento o compras. El cuerpo para, pero la mente sigue corriendo.

El verdadero descanso no es evasión. No se trata de huir del cansancio ni de anestesiarse con entretenimiento, sino de reconectar con uno mismo, con los demás y con lo que realmente importa. Aquí es donde aparece una virtud esencial, pero poco valorada en el ritmo de vida que hemos adoptado: la humildad.

Hay cosas que nos fatigan más que una jornada extenuante de trabajo. El miedo constante al fracaso, al sufrimiento, a no estar a la altura, mina nuestras fuerzas. La necesidad de aprobación, de pertenecer, de ser vistos y validados, nos desgasta emocionalmente. A esto se suma la evasión disfrazada de descanso: horas interminables frente a las redes sociales, series sin fin o compras impulsivas que prometen alivio, pero dejan vacío. Y detrás de todo esto, opera silenciosamente el ego, que nunca descansa y siempre exige más.

En contraste, la humildad actúa como un bálsamo. Nos libera de la presión del «yo» y sus exigencias. Nos enseña a aceptar nuestras limitaciones sin culpa, a reconocer que no podemos con todo, y que está bien no estar bien. Desde ahí, el descanso se vuelve auténtico: una pausa que no evade, sino que repara.

Te comparto cuatro claves para lograr descansar desde la humildad:

1) Reconocer que necesitamos una pausa. No es flojera ni debilidad. Es sabiduría. Solo quien se acepta tal como es, con límites y necesidades, se da permiso de parar sin culpa. El descanso consciente restaura el cuerpo, pero sobre todo el ánimo.

2) Escuchar el silencio. El ruido externo, y el interno, desgasta más de lo que imaginamos. En el silencio, todo se acomoda: las emociones se ordenan, las prioridades se aclaran y la mente respira. Escuchar nuestro interior es un acto de humildad, porque nos obliga a dejar de controlar. Y es ahí donde se escucha la voz de Dios, que suele hablar bajito.

3) Evitar la evasión disfrazada de ocio. Horas frente a una pantalla no siempre son descanso. Muchas veces son una forma de no sentir, de no pensar. Y esa evasión sostenida puede derivar en adicciones emocionales o digitales. En cambio, leer, caminar o conversar sin prisas nos nutre y nos centra. También orar o meditar nos da un descanso más profundo: el del alma.

4) Volver a los demás sin prisa. El descanso también es una oportunidad para estar realmente presentes con los que queremos. Compartir una comida sencilla, mirar a los ojos, disfrutar de una conversación sin interrupciones: eso también es descanso. Y fortalece vínculos. El amor se cultiva en el tiempo compartido sin relojes.

Esta Semana Santa puede convertirse en una invitación a reconectar. Más allá de sus connotaciones culturales, esta temporada nos recuerda algo esencial: la necesidad de pausar para volver a empezar. De parar no solo para recuperar energía, sino para vivir con más sentido. No hace falta viajar lejos ni llenar la agenda de actividades. A veces, lo más reparador es hacer menos… y sentir más.

La Semana Santa nos muestra el rostro más radical de la humildad. No hay mayor acto de amor humilde que dar la vida por otro. Jesús, en su Pasión, no solo nos enseñó a cargar con el dolor, sino a hacerlo con mansedumbre y confianza. En su silencio, en su entrega, en su espera paciente, nos enseñó que hay un tiempo para el dolor, pero también uno para la esperanza, la fe y la renovación. En estos días, más que huir del cansancio, aprendamos a detenernos a contemplar con humildad. Dejemos que el alma respire, que el cuerpo descanse y que el espíritu se abra a lo esencial. No se trata de dejar de hacer, sino de ser más plenamente. No es abandonar responsabilidades, sino regresar a ellas con más fuerza y claridad.

Porque, al final, la humildad no es debilidad. Es raíz profunda. Es reconocer que no lo controlamos todo, que no lo sabemos todo, y que no tenemos que hacerlo solos. Desde esa tierra fértil brota el descanso que de verdad transforma.

La humildad es una brújula que nos indica cuándo seguir, pero también cuándo detenernos. Nos permite reconocer que no todo depende de nosotros, que no hay que demostrar nada, y que descansar no es una pérdida, sino una inversión en nuestro equilibrio interior.

Descansar con humildad es soltar el control, apagar el ruido y volver a habitar nuestra vida con más calma. Porque quien se da permiso de parar, también se da permiso de sanar, de aprender y de vivir con plenitud.

Soy Sergio Cazadero y te quiero compartir, cómo hacer para crecer.

Web: www.sergiocazadero.com

Whatsapp: https://wa.me/5539261609

Mail: consultor@sergiocazadero.com

Consultorías: https://catholizare.com/servicio/sergio-cazadero/

Mini series: https://catholizare.com/servicio/sergio-cazadero/

17/04/2025

Sergio Cazadero

Maestro en Comunicación Institucional por la Universidad Panamericana (UP), Master en Asesoramiento Educativo Familiar por la Universidad Complutense, España, Maestro en Ciencias de la Educación Familiar por el Instituto de Enlaces Educativos (IEE), y Licenciado en Educación Familiar por la misma institución. Cuenta con diversas certificaciones internacionales  como  el Método Gottman de Terapia de Pareja Nivel 1, en Disciplina Positiva por el PDA (Positive Discipline Association),   en Coaching Ontológico para la gestión de talento por la Universidad Panamericana,  y Experto en el  uso de las TIC´s en la educación por la Universidad de Navarra, España.

Es socio fundador y director de “Educaf, Profesionales en Educación Familiar A.C” y “Destino Canadá, A.C” ambas dedicadas a impulsar programas educativos y brindar una formación integral y profesional a todos sus participantes. En el ámbito académico ha fungido como docente durante más de 30 años, impartiendo clases desde nivel básico hasta nivel maestría, además se ha desempeñado como Director de Comunicación Institucional y Relaciones Públicas en el sector privado por más de 10 años. Es conferencista a nivel nacional e internacional, miembro del claustro de expertos en distintas instituciones como el High Potential Development Center de la Universidad Panamericana, el Pontificio Instituto Juan Pablo II de la Universidad Anáhuac, entre otras. Es presidente del Comité Editorial Red Familia, columnista en El Heraldo de México y el portal Encuentra.com, así como especialista invitado en el programa de radio Excelencia Personal.

Actualmente se desempeña como consultor independiente y es creador del método “Cómo hacer para crecer” que ha impactado a más de 145,000 personas, tan solo en el año 2020. Esta felizmente casado desde hace 30 años, es padre de seis hijos y abuelo de tres  nietos.

Datos de contacto:

Whattsapp: 5539 26 16 09

Mail: consultor@sergiocazadero.com

Redes Sociales: https://linktr.ee/SergioCazaderoConsultor

Web: www.sergiocazadero.com

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba

Copyright © 2025 Encuentra by Juan Diego Network. Todos los derechos reservados.