Oscar Ibáñes
Esta semana tuve la bendición de participar en una oración comunitaria por el hijo de un amigo que fue atropellado en una autopista por un vehículo a más de 100 kilómetros por hora. Como el padre del muchacho nos comentó, el hecho de sobrevivir al terrible impacto fue solo el primero de la cadena de milagros que han llevado poco a poco a la recuperación del joven, pasando por varios momentos críticos de vida o muerte.
Quien haya participado en una oración con un padre de familia que pide en comunidad por la salud de su hijo, sabe que la intensidad de la oración es distinta. También sucede cuando pedimos por la salud de algún familiar o persona a la que queremos de manera especial; sea para que se recupere de un accidente que involucra una intervención quirúrgica, o para apoyar en el dolor a quién sufre una convalecencia.
La comunión de los santos que aceptamos cada domingo al recitar el credo, implica creer que somos miembros del cuerpo de Cristo en la Iglesia, que estamos unidos y que podemos interceder unos por otros, al mismo tiempo, también significa que podemos recibir la gracia de Dios a través de esta comunión, que se expresa de manera especial en la eucaristía.
Los temas de la oración a veces se vuelven difíciles por ser experiencias personales que pocas veces nos abrimos a compartir con otros, y que aún en ese proceso de apertura son difíciles de describir. Sin embargo son reales, y expresión cotidiana de nuestra fe en dar y recibir.
Hacer oración por otros es el inicio de un proceso de solidaridad espiritual; que se puede extender a una solidaridad afectiva en palabras, gestos, acompañamiento; y finalmente también se puede expresar en una solidaridad concreta, a través de obras, servicios o apoyos materiales para aquél o aquellos por los que se ora.
Para ir de la oración a la solidaridad hagamos oración por los demás, pidiendo por cosas concretas que Dios atenderá con la solicitud del Padre que atiende a sus hijos; una oración intensa nos moverá a compadecer a los demás, y este sentimiento nos puede mover al compromiso solidario con otros, que es distintivo de nuestra fe cristiana.
Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez
Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y aprendiz de bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.
Mexicano, católico, autor entre otros textos de «El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe»
Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).