San Juan Cancio o De Kanty (1390-1473)
Estudió en la Universidad de Cracovia, se ordenó sacerdote y fue durante largos años profesor de teología en esta universidad. Se le recuerda como muy docto, caritativo y moderado en las controversias religiosas que en ese tiempo frecuentemente se llevaban a sangre y fuego.
Su biografía carece de grandes episodios que salgan de la normalidad: fue un hombre sabio, piadosísimo y caritativo y se santificó en su trabajo y en el ejercicio cotidiano de las virtudes.
San Thorlakur (1133-1193)
Nació y murió en Islandia, la cual había sido evangelizada por los monjes irlandeses y que había aceptado el catolicismo como religión de Estado. Sin embargo, la influencia romana se sentía poco y las iglesias, como antaño los templos paganos, continuaban perteneciendo a los señores feudales, quienes también nombraban los cargos eclesiásticos; en cuanto al clero, no se le pudo imponer nunca el celibato. Convertido en obispo de Skalhot, Thorlakur se esforzó, sin éxito, en reprimir abusos, como la poligamia que reinaba entre sus fieles. Éstos sin embargo, le canonizaron justo tras su muerte, de tanto que admiraban la santidad de su vida. Su devoción siguió floreciendo hasta la Reforma, en que la isla entera se convirtió al luteranismo.
Beato Armando (+1164)
Nació en Polling, Baviera, y fue canónigo regular de san Agustín. Reformó muchas comunidades de su orden y fue obispo de Brixen durante los veinticuatro últimos años de su vida.
Santos Evaristo, Teódulo y otros mártires de Creta (siglo III)
Durante las persecuciones de Decio, el procónsul de Creta convocó al pueblo de Gortyna, capital de la isla, para inaugurar un templo dedicado a la diosa Fortuna. Diez cristianos acudieron para protestar, entre los que se encontraban Teódulo y Evaristo. Sabían lo que les esperaba, y era lo que deseaban. Protestaron y fueron condenados a muerte. En el momento de la ejecución todos querían pasar el primero, y fue necesario que Teódulo les indicara el orden en el que podrían sufrir el martirio.