Hace muchos años me tocó participar en marchas ciudadanas pacíficas que exigían democracia, una de ellas fue particularmente impresionante por realizarse en silencio, en aquella ocasión caminamos desde una plaza pública hacia un palacio de gobierno estatal, y de ahí a la casa del gobernador. Junto con muchas movilizaciones y acciones ciudadanas, estas actividades fueron el preludio de elecciones democráticas en nuestro país.
En esta época las movilizaciones ciudadanas ya no son por la democracia, son por la paz, como la impresionante marcha convocada por el Obispo de la Diócesis de Cuernavaca, Monseñor Ramón Castro Castro donde participaron según cifras oficiales casi 30 mil personas, y de acuerdo a algunos medios de comunicación hasta 40 mil personas. De cualquier manera quizá la más numerosa en ese lugar.
El Obispo tituló su mensaje “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.” (Mt 5,9) Y al final de la marcha explicó que la marcha era un testimonio de oración y unidad de la comunidad para pedir por la paz a Dios, pero también para invitar a que los ciudadanos elijan a quienes mejor pueden promover la paz, la vida y la familia, se encendió una lámpara en catedral que estará prendida como recordatorio de que debemos mantenernos unidos en oración por la paz.
El próximo domingo diversas agrupaciones ciudadanas han convocado a una marcha silenciosa por la paz en la Ciudad de México, a dicha iniciativa se ha sumado la Arquidiócesis de México, y el Cardenal Norberto Rivera además de hacer oración por las víctimas de los últimos acontecimientos violentos en distintas partes del país, invitó a manifestarse pacíficamente para demostrar que queremos la paz.
La violencia junto con los miles de muertos en México durante ya casi una década cuestiona a todas las instituciones de gobierno, sin embargo también interpela a la sociedad que no hace los cambios de autoridades que se requieren a través de las elecciones, o que no hace movilizaciones como hace más de 30 años que lograron romper el esquema autoritario dominante para dar paso a elecciones democráticas.
El problema de la violencia y el crimen afecta a la sociedad y se retroalimenta de la misma, por lo que no es fácil resolverlo, sin embargo la única alternativa viable es que la sociedad cada vez se involucre más a través de la movilización, la educación y la vivencia de valores como la justicia, la honestidad, y cuestione la violencia, la corrupción, la droga y a los malos gobiernos, algunos coludidos con los criminales.
El ejército y la marina se han involucrado en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, y son las son instituciones de seguridad que cuentan con mayor respaldo de la sociedad, sobre todo por sus labores humanitarias en tiempos de desastres hidrometeorológicos o de salud, y por supuesto por sus labores para mantener la paz.
Recientemente varios militares y policías han perdido la vida frente al ataque de narcotraficantes, lo que puede escalar a una condición de mayor violencia, y a que el endeble marco legal que rige la actuación de los militares en labores de combate al narcotráfico (como ellos mismos lo han señalado) quede rebasado.
Así como varias autoridades se han involucrado con los criminales y constituyen el principal obstáculo para combatirlos, miembros de las fuerzas armadas también sufren el riesgo de ser corrompidos, como se ha demostrado al encontrar que varios exmilitares se convierten en miembros de las fuerzas del crimen organizado.
Si como sociedad no cuestionamos y actuamos para combatir el cáncer de la connivencia de políticos y autoridades con los criminales, y si no asumimos que gran parte del trabajo implica un trabajo coordinado de educación en la familia y la escuela sobre principios y valores que prevengan la descomposición que vivimos, no esperemos resultados diferentes sino mayores condiciones de corrupción y violencia.
Caminar y orar juntos por la paz en México es una manera de empezar la urgente labor de transformación que tenemos por delante.
Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez
Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.
Mexicano, católico, autor entre otros textos de “El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe”
Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).