Oración y Naturaleza

Oscar  Ibáñez

Hace algunos años me encontraba en Bozeman, Montana con un grupo de especialistas internacionales en planeación urbana y medio ambiente; nos ofrecieron la posibilidad de un recorrido opcional por el Parque Nacional de Yellowstone en domingo. Escalar un pequeño bosque aromático, mientras nos mojábamos con una ligera llovizna para observar la zona de géiseres, me hizo pensar en la Eucaristía.

¿Cuantas ocasiones hemos expresado bendiciones y acciones de gracias a Dios en la contemplación de un paisaje natural, o en el disfrute de un ecosistema? ¿Quién no ha experimentado un espacio de comunicación especial con Dios al orar por un sendero, o escalando una montaña, o vadeando un cauce? ¿Y qué me dicen de la ausencia de ruidos urbanos que nos permiten orar acompañados del silencio, o de los sonidos de agua, plantas y animales?

Reconocer a Dios como autor de la creación nos permite agradecer de muchas maneras por tanta belleza, ciertamente a través de la oración: alabarlo, bendecirlo, darle gracias; Pero también nos mueve a cuidar y cultivar su creación, desde las pequeñas prácticas de no tirar basura, hasta compromisos organizados para conservar y mejorar los recursos y ambientes naturales, incluyendo evitar el desperdicio de energía.

Identificar a Dios con la naturaleza es una tentación para algunos creyentes que despersonaliza a Dios, no permite reconocerlo como creador, y distorsiona nuestra relación con el entorno. Cuando nosotros alabamos a un buen cocinero o a un artista por su creación, establecemos relaciones distintas con lo creado y el creador.

Referirse a nuestro planeta como la “Madre Tierra” puede llevar a concederle atribuciones de “maternidad” o “generación”, que se derivan de la mitología griega, donde a “Gaia” se le conocía como una diosa; o de la cosmovisión religiosa prehispánica sudamericana, donde la “Pachamama” es una deificación de la Tierra y algunos de los elementos de la naturaleza.

En algunos movimientos ambientalistas se utilizan indistintamente los términos de Madre Tierra, Pachamama, o Gaia; a veces como elementos discursivos; algunos artistas los utilizan como símbolos, sin embargo, su significado explícito es religioso, e identifica a la naturaleza o sus elementos con un dios.

Para el cristiano, la oración implica un dialogo con la persona de Dios; la naturaleza en su majestuosidad y delicadeza nos puede llevar fácilmente a establecer un diálogo con Él. Los invito a que aprovechemos nuestro contacto con la naturaleza para orar, y para adquirir un compromiso con Dios Padre, de respeto y custodia a su creación.


Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez

Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y aprendiz de bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.

Mexicano, católico, autor entre otros textos de «El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe»

Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).

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