CARNÍVOROS

¡Basta de solemnidades e hipocresías! La suspensión de la actividad mundialista debe servir también para el solaz y el esparcimiento de estos esclavos felices que somos los comentaristas y aprovechando el último receso, permítanme contarles la experiencia vivida.

No deja de maravillarme este país donde los contrastes son tan marcados y así como visitamos el barrio marginal de Soweto, donde la mayoría de los habitantes viven en condiciones sumamente precarias, también estuvimos en un lugar cercano a Johannesburgo llamado Montecasino y que es, según dicen los que saben, algo muy parecido a la ciudad del vicio y el juego, Las Vegas, Nevada.

Ahí le perdí el amor a mil rands, que es la moneda sudafricana y que equivalen a más o menos 140 dólares y los jugué en la ruleta. Emplee para ello el sistema de irle al color y me divertí como enano…hasta que la suerte me abandonó y me limpiaron en menos de que dije: “Hola, Lola”.

El segundo día nos dirigimos, alegres y vocingleros, a un reconocido restorán en las afueras de la ciudad donde según la recomendación, se pueden degustar muchos tipos de carne.

El viaje fue toda una odisea ya que, para empezar, las instrucciones fueron fatales y como el inglés que se habla por estas latitudes no es precisamente claro y fluido, pues en cada lugar que preguntábamos, más bolas nos hacíamos.

Además, como buenos guerreros aztecas que se precien de serlo, no tenemos el sistema de guía satelital conocido como GPS así que, al puro valor, seguimos adelante.

¡Dale derecho! le dije a mi brother Gómez Junco, nomás que se nos acabó el camino y el angelito se dio el lujo de “ponchar” las dos llantas del lado izquierdo, contrario a donde va el volante.

¿Y ahora que hacemos? Nos metimos a una gasolinera y cuatro simpático negritos, luego de alegar entre ellos en zulu, procedieron a cambiar y reparar los neumáticos, jugosa propina de por medio.

Al inquirirles como llegar a nuestro destino, uno de ellos se ofreció a guiarnos en su automóvil, bueno, si es que a esa “charchina” se le podía llamar coche y, con propina otra vez, ahí vamos detrás de él.

Luego de 20 minutos y cuando pensamos que se trataba de un asalto o quizá una violación, apareció ante nuestros atónitos ojos la ansiada posada.

El lugar tiene decoración africana y comimos carne de cebra, jirafa, kudu, gacela, antílope, cocodrilo, venado y mono, regada con unas “chelitas” de origen casero.

Pagamos un precio bastante razonable y el regreso al hotel fue otro vía crucis de pérdidas y desviaciones.

Por la noche tuve pesadillas: Soñé que ingresaba al arca de Noé y era la merienda de todos los animales en ella alojados. ¡Fue horrible!

Juro que no vuelvo a comer carne.

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Un comentario

  1. Acabo de descubrir esta cronologia que has hecho durante estas ultimas semanas, he leido tan solo el articuolo de hoy 6 de julio y ya quier leer los demas, aunque me lleve la noche completa… que afortudados son de vivir esta aventura, y de poder compartirla con quienes vivimos el mundial y Sudáfrica desde la casa… bendiciones!

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