Juana mujer de Cusa, un marido difícil

Sólo se la cita una vez a Juana en los evangelios, y de pasada, poco se sabe de ella, pero la mención con nombre propio indica que era muy conocida entre los primeros discípulos de Jesús. Citar su matrimonio -mujer de Cusa, administrador de Herodes- permite pensar en una buena condición social, aunque fuese un ambiente nada favorecedor para vivir cara a Dios, y menos aún para seguir de cerca a Jesús. Nosotros podemos ver en ella un ejemplo de una mujer fiel con un marido difícil

Los evangelios la colocan en un contexto muy ilustrativo, Jesús recorría ciudades y aldeas predicando y anunciando la buena nueva del Reino de Dios; le acompañaban los doce y algunas mujeres que habían sido libradas de espíritus malignos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, administrador de Herodes; y Susana, y otras muchas que le asistían con sus bienes[384].

Sólo tres de aquellas mujeres son citadas por su nombre, y ello debió ser porque su presencia llamaba la atención de todos. La fidelidad de Juana al Maestro es grande pues también estará presente entre las que van al sepulcro vacío y reciben la noticia de la Resurrección de Jesús: Y al regresar del sepulcro anunciaron todo esto a los Once y a todos los demás. Eran María Magdalena, Juana y María la de Santiago; también las otras que estaban con ellas contaban estas cosas a los Apóstoles[385]. Es muy probable pensar que estaba al pie de la cruz o en la Vía Dolorosa, aunque no se la cite allí por su nombre.

Algo característico que diferencia a Juana de las demás es ser esposa de Cusa, hombre importante en la vida social -administrador de Herodes- y discutido en lo religioso por ese mismo trabajo. La toma de postura política de Cusa le facilitaba materialmente la vida, pero se la complicaba en relación con los judíos practicantes.

Para entender ésto conviene saber un poco quienes eran los herodianos. Los herodianos eran los seguidores de Herodes, tanto de Herodes el grande fundador de la dinastía, como de Herodes Antipas que en aquellos momentos era el tetrarca de Galilea. Herodes no era propiamente judío sino semi-judío o idumeo, hijo de una mujer árabe y de un idumeo. Los idumeos habían sido incorporados al pueblo y la religión judías un siglo antes a la fuerza, vivían en el sur de Judea y eran levantiscos. Herodes no era de sangre real, pero era muy rico, se ganó la confianza de los romanos que le hicieron rey de aquellas tierras. Hoy diríamos que su postura era pragmática. Colaboraba con los romanos y no se entrometía en las cuestiones religiosas de los judíos, aunque las conociese bien; es más, acabó la construcción del Templo con gran suntuosidad y magnificencia, con lo que evitaba algo la enemistad que le tenían los judíos. Era cruel y sanguinario.

Su hijo Herodes Antipas era un digno hijo de su padre, aunque con menos influencia y poderío, añadía a la crueldad de su padre la lujuria, especialmente la que le llevó a unirse con Herodías, mujer de su hermano. Este era el ambiente de los herodianos entre los que se contaba Cusa. Juana también participaba en este ambiente como esposa del administrador de Herodes. Tenía que convivir con personas de malas costumbres, como se ve en el banquete en el que Herodes decide asesinar a Juan el Bautista. Negocios poco claros, impureza, crueldad, bebida excesiva y vida sensual era la característica de aquel ambiente. Cusa era el administrador de los bienes de un hombre inmoral como Herodes. ¡Difícil papeleta para la conciencia de cualquiera!

Podemos imaginar a Cusa como una nadador entre dos aguas. Es frecuente decir que un hombre depende en gran manera de la calidad de su mujer. Cusa tendría en su mujer un complemento a su vida cortesana con Herodes, su mujer era una buena judía practicante. El hecho de que ella se hiciese seguidora del nazareno le sorprendería, pero, aunque no entendiese demasiado lo que hacía su mujer, no parece que le pusiese especiales dificultades, pues la veía buena y se fiaba de ella. No era como algunas de las que se encontraban en la corte de Herodes, especialmente Herodías, ¡Gracias a Dios Juana era una buena esposa, pensaría Cusa al ver aquellas mujeres que pululaban por la corte de Herodes y Herodías!.

la fe de Juana puede ayudar a reflexionar sobre cómo una mujer creyente debe tratar a su marido. La realidad de la vida es muy rica y se dan todo tipo de casos. En algunos matrimonios la coincidencia es total en todo, incluso en lo religioso; en otros se da a medias, en algunos se dan diferencias grandes, también en lo religioso. Nosotros no vamos a considerar como superar todas las diferencias, pero sí como una mujer cristiana debe actuar ante un marido difícil.

Como buena judía la habrían educado en el espíritu de la mujer fuerte, modelo de mujer descrito por el libro de los Proverbios, en esa mujer confía su marido, trabaja, vela por el alimento y el vestido de todos conocido es su marido cuando se sienta entre los ancianos del país(…) se reviste de fortaleza y de dignidad, es decir, está llena de virtudes que son lo permanente, pues engañosa es la gracia y vana la belleza, la mujer que teme a Dios, ésa es de alabar[386]. La revelación reforzaba la idea común y natural de que la mujer es el eje de la familia.

San Pablo, como buen intelectual, precisa el comportamiento en un matrimonio en que uno de los dos no es creyente diciendo: si un hermano tiene una mujer no creyente, y ella consiente en vivir con él, no la despida. Y si una mujer tiene marido no creyente y éste consiente en vivir con ella, no la despida. Pues el marido no creyente se santifica por la mujer, y la mujer no creyente se santifica por el hermano. De no ser así vuestros hijos serían impuros, mientras que ahora son santos[387]. La fe de uno puede servir para la edificación del otro, y también de los hijos.

San Pedro -que estaba casado- es más preciso en estos consejos: las mujeres sean sumisas a sus maridos, para que si algunos no creen en la palabra, sean ganados sin palabras por la conducta de la mujer, al considerar su casto y respetuoso comportamiento, el adorno de ellas no sea externo, hecho de peinados, joyas y modos de vestir[388]. Estas jugosas palabras del primer vicario de Cristo merecen un comentario detenido.

Todo matrimonio comienza con una armonía no pequeña entre hombre y mujer, ambos se quieren hasta el punto de dejar a su padre y a su madre, se comprometen a ser fieles uno al otro, a tener hijos y fundar una familia. Es tan fuerte esta unión que se compara con la unión de Cristo con su Iglesia, y San Pablo la llama misterio grande (cf Ef. 5).

El tiempo lleva a la maduración de esa unión. Maduran los esposos siendo más realistas. La alegría propia del comienzo llevaba consigo una idealización mutua; más adelante la convivencia van descubriendo virtudes ocultas, pero también defectos o limitaciones. No es oro todo lo que brilla. También aparecen diferencias, que ni siquiera son defectos, como las propias de la distinta psicología del varón y la mujer, costumbres familiares antiguas, diferentes opiniones, y, a veces, diferencias grandes como pertenecer a distinta religión. Un mosaico de diferencias que, si se lleva bien, no dificultan la armonía sino que la enriquece; pero no resulta fácil armonizar diferencias.

¿Qué hacer cuando surgen problemas? Una posibilidad es enfadarse: sirve de poco, más bien empeora las cosas. Separarse es una penosa solución, que sólo debe reservarse a los problemas gravísimos y ante los tribunales competentes. La tercera es luchar porque crezca un amor más fuerte que las diferencias entre los esposos: la caridad es paciente[389]. Con un amor verdadero se ven los defectos del otro de distinto modo que si hay un egoísmo más o menos disfrazado de sentimiento. La paciencia ve las dificultades, pero las soporta con ánimo fuerte, es más, busca los modos de mejorar al otro, al mismo tiempo que procura superar los propios que siempre existen.

San Pedro da algunas lecciones muy prácticas, especialmente dirigidas para la mujer, ya que su papel suele ser más importante que el del varón en la vida familiar, aunque éste sea el cabeza de familia. El primero es ser sumisas, podría parecer que manda algo indigno, pero en realidad recomienda realizar un acto de potente personalidad: ser humildes. ¿Cuantos problemas se solucionan cuando está el orgullo por medio? Ninguno, pues si hay orgullo nadie quiere ceder y hasta de la nimiedad más pequeña se puede organizar un gran problema. En las discusiones es frecuente que ceda primero la persona de más categoría, ya que la terquedad es propia de personas de corta mente y flaca voluntad. Se pueden conseguir más éxitos con ese acto de humildad que con cientos de argumentos bien elaborados. A veces nos tomamos demasiado en serio. todos nos enfadamos de cuando en cuando; en ocasiones, porque es necesario; otras veces, porque nos falta espíritu de mortificación. lo importante es demostrar que esos enfados no quiebran el afecto, reanundando la intimidad familiar. En una palabra, que marido y mujer vivan queriendo a sus hijos, porque así quieren a Dios [390].

El segundo es aún más jugoso ganarlos sin palabras por la conducta. San Pedro habla de ganarlos a la fe, pero se puede aplicar a todos los problemas matrimoniales. La verborrea, el exceso en el hablar suele crear muchos problemas. Cuando alguién está enfadado y dice una palabra ofesiva al otro es muy posible que le hiera hondamente. Además entre los que se conocen bien es más fácil encontrar los puntos débiles, poner el dedo en la llaga, o humillar en lo que más duele.

El silencio es excelente en muchas ocasiones. No se trata del silencio hosco de la mudez del que no quiere hablar y pone caras largas, dejando clara su situación de persona ofendida; sino el silencio del que sabe esperar a que amaine la tormenta interior, y luego, con más calma, se dice lo que convenga y se acierta con más seguridad. No es la lengua movida por el despecho la que arregla las cosas, sino la caridad paciente que tiene la fuerza para callar cuando conviene. ¡Cuantas mujeres estropean la convivencia matrimonial molestando a los esposos con parloteos excesivos o frases hirientes!. Es preciso aprender a callar, a esperar y a decir las cosas de modo positivo y optimista. Cuando él se enfada es el momento de que ella sea especialmente paciente, hasta que llegue la serenidad; y al revés. Si hay cariño sincero y preocupación por aumentarlo, es muy difícil que los dos se dejen dominar por el mal humor a la misma hora… [391].

Castidad y respeto son los dos consejos siguientes de San Pedro. Cuando el matrimonio está llevado según la ley de Dios el lecho matrimonial es un altar, según expresión afortunada del Beato Josemaría, si no es así la vida familiar se corrompe en su núcleo más íntimo. Se puede ceder en casi todo, pero nunca en lo que vaya contra la ley de Dios, ni con la excusa de querer arreglar problemas, pues se acaba estropeando todo con malas soluciones. Para los problemas más complicados convendrá consultar a algún sacerdote docto y piadoso y se mejora la prudencia.

La tercera solución que da San Pedro es la del arreglo personal de la mujer. Sin excederse en la vanidad, pero sin descuidarse en la belleza para agradar al marido, no por otros motivos. La vanidad es mala, pues puede llevar a coqueterías o, incluso, adulterios. El descuido es pereza y falta de espíritu de sacrificio, que puede llevar a un marido poco virtuoso a buscar fuera del hogar la belleza y la ternura que no encuentra en el suyo. Así lo expresa con experiencia pastoral el Beato Josemaría: Otro detalle: el arreglo personal. si otro sacerdote os dijera lo contrario, pienso que sería un mal consejero. Cuantos más años tenga una persona que ha de vivir en el mundo, más necesario es poner el interés en mejorar no sólo la vida interior, sino precisamente por eso -el cuidado de estar presentable: aunque, naturalmente, siempre en conformidad con la edad y con las circunstancias. Suelo decir, en broma, que las fachadas, cuanto más envejecidas, más necesidad tienen de restauración. es un consejo sacerdotal. Un viejo refrán castellano dice que la mujer compuesta saca al hombre de otra puerta [392] .

Juana debió llevar bien estos detalles con su marido. Es muy posible pensar que contribuyó de manera decisiva a que su esposo no se corrompiese en el ambiente de la corte de Herodes. Juana es un buen modelo de la mujer cristiana casada, también en nuestros días.


[384] Lc 8,1-3

[385] Lc 24,10

[386] Prov 31,10-31

[387] 1 Co 7,12-14

[388] 1 Pe 3,1-3

[389] 1 Co 13,5

[390] Beato Josemaría Escrivà. conversciones n. 108

[391] ibid.

[392] Beato Josemaría Escrivá. conversaciones. n. 107

Reproducido con permiso del Autor,

Enrique Cases, Mujeres valientes 3ª ed Eunsa pedidos a eunsa@cin.es


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10 comentarios

  1. La verdad no estoy de acuerdo en como se hace la descripción de juana mujer de cusa.. Juana para servir a Jesús no lo pensó dos veces y lo dejó porque a mi parecer pensó que si vivía en ese mundo de pecado se contaminaba…. NO digo que no lucho por su matrimonio.. Pero prefirió servir a Jesús que permanecer como esclaba de un hombre que servía al pecado… Vivir con. Cusa significaba que ella tendría que estar y asistir como su esposa a todas las reuniones sociales de ellos y contaminarse. Por eso a mi parecer debia abandonarlo… Si debemos sujetarnos a nuestros maridos. Cuando nuestro marido es un hombre que nos trata como vaso más frajil. Si somos maltratadas no podemos permanecer esclabas. Somos libres. Tampoco debemos estar con un marido borracho que abusa de una mujer.. Con un marido que no trabaje y no supla las necesidades de su hogar. Sujetarnos. si de acuerdo a la palabra.. Ganarlos maridos por la conducta si. Muchos hombres hoy en día conocen esta palabra y abusan de sus esposas porque dicen que la biblia las obliga a ser sumisas. Y si el hombre llega borracho y es un fornicador y un flojo.. Ella trabaja mantiene la casa y el feliz ella no debe decirle nada ser sumisa….por eso hoy en día muchas hermanas son esclabas… Pues escriban un artículo donde ayuden y alienten a la mujer a conseguir la salida de estos Hombres abusadores. De acuerdo a la palabra de Dios…

  2. Lo que no me queda claro es si ella era casada y sumisa a su marido buena esposa donde estaba el esposo de Juana cuando ella se fue con Jesús y los dicipulos

  3. es muy bueno y muy real este articulo y mejores son los consejos que se dan porque son para solucionar problemas no solo del matrimonio, sino de la convivencia en armonía.

  4. Nunca pensé en tanta información pero más saiduría derivada de una mención que aparentemente es insignificante en la lectura Sagrada del Evangelio, … con razón San Juan dice que » se podría escribir tanto de los actos y de Jesús mismo que no cabrían tantos libros en el mundo —» palabras más o menos pero es el sentir que esta interpetación me deja,

    Gracias.

  5. Me parece acertado,ya que a veces en nuestra condición de mujer queremos sobresalir y des cuidamos detalles tan ocultos pero importantes en la vida matrimonial.

  6. Me parece acertado,ya que a veces en nuestra condición de mujer queremos sobresalir y des cuidamos detalles tan ocultos pero importantes en la vida matrimonial.

  7. Me parece acertado,ya que a veces en nuestra condición de mujer queremos sobresalir y des cuidamos detalles tan ocultos pero importantes en la vida matrimonial.

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