Clonación: Artículos de prensa para pensar y discutir

La clonación humana es moralmente inaceptable

Juan Pablo II: "Los intentos de clonación humana con el fin de obtener órganos para trasplantar, en cuanto implican manipulación y destrucción de embriones humanos, no son moralmente aceptables, a pesar de que su fin sea bueno en sí mismo".

Los intentos de clonación humana "con el fin de obtener órganos para trasplantar, en cuanto implican manipulación y destrucción de embriones humanos, no son moralmente aceptables, a pesar de que su fin sea bueno en sí mismo". Estas palabras

fueron pronunciadas por Juan Pablo II durante el discurso que dirigió hoy a

los participantes en el XVIII Congreso Internacional de la Sociedad de

Trasplantes, que se celebra en Roma.

"La ciencia -continuó el Papa- prevé otras formas de intervención

terapéutica que no suponen ni la clonación ni el uso de células embrionales,

bastando para ello la utilización de células estaminales de organismos

adultos".

El Santo Padre señaló que la medicina de los trasplantes, "mientras ofrece

esperanza de salud y de vida a tanta gente, también presenta algunos puntos

críticos, que requieren ser examinados a la luz de una atenta reflexión

antropológica y ética. También en esta materia, el criterio fundamental de

valoración debe ser la defensa y la promoción del bien integral de la

persona humana, según su peculiar dignidad".

Tras calificar la donación de órganos como "un auténtico acto de amor", el

Papa puso de relieve que el cuerpo humano "no puede ser considerado

únicamente como un complejo de tejidos, órganos y funciones, sino que es

parte constitutiva de la persona. (…) Por eso, toda tendencia a

comercializar los órganos humanos o a considerarlos como unidades de

intercambio o de venta, resulta moralmente inaceptable, porque a través de

la utilización del cuerpo como \\’objeto\\’, se viola la misma dignidad de la

persona".

Juan Pablo II también hizo hincapié en la importancia de que la persona que

done los órganos sea adecuadamente informada, de modo que decida libremente

y en caso de imposibilidad, se requiere "un eventual consenso por parte de

los parientes".

Los órganos vitales sólo se pueden extraer del cuerpo de un individuo

"ciertamente muerto". Aquí nace, dijo, "una de las cuestiones más debatidas

en los círculos bioéticos actuales", el problema de "la constatación de la

muerte". En este sentido, añadió el Santo Padre, "es oportuno recordar que

existe una sola \\’muerte de la persona\\’, consistente en la total

desintegración de aquel complejo unitario e integrado que es la persona en

sí misma. (…) La muerte de la persona entendida en este sentido radical es

un evento que no puede ser directamente verificado por ninguna técnica

científica ni metódica empírica. Pero, la experiencia humana enseña también

que la muerte de un individuo produce inevitablemente signos biológicos".

El reciente criterio de constatación de la muerte, el de la "cesación total

e irreversible de toda actividad encefálica, si es aplicado escrupulosamente, no aparece en contraste con los elementos esenciales de una correcta concepción antropológica. (…) Sólo cuando existe esta certeza es moralmente legítimo iniciar los procedimientos técnicos para extraer los órganos que hay que trasplantar, previo consenso del donante o de sus legítimos representantes".

El Papa comentó otro problema, el de "la atribución de los órganos donados

mediante las listas de espera o la asignación de prioridades. (…) Desde el

punto de vista moral, un principio de justicia obvio exige que estos

criterios (…) no sean discriminatorios (basados en la edad, sexo, raza,

religión, condición social) o utilitaristas. Para determinar quien tiene la

precedencia en la recepción de órganos hay que atenerse a valoraciones

inmunológicas y clínicas".

El último problema que afrontó en su discurso fue el de los llamados

"\\’xenotrasplantes\\’, es decir, los trasplantes de órganos procedentes de

especies animales". A este respecto, recordó lo que dijo en 1956 el Papa Pío

XII: "La licitud de un \\’xenotrasplante\\’ requiere por una parte que el órgano

trasplantado no incida en la integridad de la identidad psicológica o

genética de la persona que lo recibe; por otra, que exista la probada

posibilidad biológica de efectuar con éxito este trasplante, sin exponer a

excesivos riesgos al que lo recibe".

Juan Pablo II manifestó el deseo de que la investigación

científico-tecnológica en el campo de los trasplantes "progrese

ulteriormente, extendiéndose también a la experimentación de nuevas terapias

alternativas al trasplante de órganos. (…) Sin embargo, hay que evitar

siempre aquellos métodos que no respeten la dignidad y el valor de la

persona; pienso en particular en los eventuales proyectos o intentos de

clonación humana con el objetivo de obtener órganos para trasplantar".

CIUDAD DEL VATICANO, 29 AGO 2000 .-

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