Una misma verdad bajo distintos estilos y propósitos, los evangelistas nos muestran las revelaciones de Jesucristo.
Los evangelistas no escribieron sus libros como un historiador actual puede describir un hecho histórico investigado por él con fechas concretas e itinerarios exactos.
Los Evangelios no son una sucesión de hechos cronológicamente narrados, sino una catequesis para la fiel trasmisión de la verdad cristiana Los Evangelios no tienen forma histórica, sino de mensaje. Los evangelistas no pretenden relatar los acontecimientos en orden exactamente cronológico, sino presentar la persona, la doctrina, la obra redentora de Jesús, a los hombres con el fin de que crean .
«Los Evangelios son relatos fragmentarios y esquemáticos, selecciones y resúmenes. Por otra parte, han tenido siempre la finalidad práctica de la predicación: pretenden ser una enseñanza, transmitir un mensaje que hemos de acoger y vivir en la fe; no pretenden tanto darnos una información, cuanto contribuir a la formación de un mundo nuevo, nacido de la obra redentora de Cristo; presentan al Señor Jesús, para que uno se encuentre con él y se haga su discípulo»(320).
Los Evangelios no son ni un diario ni una biografía en el sentido moderno de la palabra. Son síntesis de la predicación apostólica.
Cuanto más se penetra en los métodos propios de los evangelistas, en su fin y en su plan, más se convence uno del carácter episódico y fragmentario que los distingue, y cuán poco les interesaba a ellos muchas cosas pequeñas que a nosotros nos pueden parecer hoy problemas casi substanciales. Los evangelistas pretenden cimentar la fe de sus lectores, y para ello les basta escoger algo de lo más saliente de la vida y doctrina del Señor. El marco topográfico y cronológico no era necesario y, por lo mismo, lo descuidan. Muchos hechos y muchas palabras están fuera de su marco histórico»(321) Generalmente, el evangelista, no tiene ningún interés cronológico. A veces acumula parábolas, milagros o controversias con los judíos con una palabra de enlace («entonces», «enseguida», «después»); aunque hayan ocurrido en momentos muy distantes.
«La intención de los evangelistas fue inculcar una forma de vida, una enseñanza religiosa. Lo histórico es base de la narración, pero no como nosotros entendemos hoy la historia».
Los Evangelios son libros históricos aunque la historia no la entiendan al modo actual. Pero su estilo describiendo lugares y encajando personajes históricos en su tiempo, dan a entender claramente que no pretenden hacer una obra de ficción.
A veces, aunque no siempre, señalan con exactitud el día y la hora, y dan una porción de detalles que muestran la voluntad de describir hechos reales .
El Evangelio es histórico en el sentido vulgar, corriente. Así lo creyó siempre la Iglesia: los Padres y los fieles . Es evidente que no fueron inventados .
Los evangelistas afirman que lo que narran es la verdad . San Lucas al principio de su evangelio garantiza a los lectores de la certeza de su narración, pues son «cosas verdaderas y auténticas». Dice San Lucas que se ha determinado escribir los acontecimientos recientemente ocurridos «después de haber investigado con exactitud todos esos sucesos desde su origen».
Y San Juan afirma que lo que él narra es «lo que vieron sus ojos y oyeron sus oídos».
«Aquel que lo ha visto da testimonio de ello , y su testimonio es cierto: y él sabe que dice la verdad a fin de que vosotros creáis».
«Los Evangelios aparecen, escritos sin verdadera preocupación apologética, en el sentido moderno de la palabra, sino con el fin de transmitir, tal cual, el hecho de que dan testimonio… Los Evangelios no son una especulación doctrinal, sino la atestación de un hecho… Los autores no sólo no hacen su propio elogio, sino que hasta desaparecen detrás de su obra.
No se inciensa a los Apóstoles, se les presenta sin inteligencia, ambiciosos, pendencieros, cobardes, traidores. Se presenta a Cristo abandonado del Padre… Los milagros están descritos con una sobriedad que los distingue inmediatamente de los relatos no evangélicos».
«El origen apostólico, directo o indirecto, y la génesis literaria de los Evangelios justifican su valor histórico. Derivados de una predicación oral que se remonta a los orígenes de la comunidad primitiva, tienen en su base la garantía de testigos oculares.
Indudablemente ni los Apóstoles ni los demás predicadores y narradores evangélicos trataron de hacer historia en el sentido técnico de esta palabra; su propósito era menos profano y más teológico; hablaron para convertir y edificar, para inculcar e ilustrar la fe, para defenderla contra los adversarios. Pero lo hicieron apoyándose en testimonios verídicos y controlables, exigidos tanto por la probidad de su conciencia como por el afán de no dar pie a refutaciones hostiles… Si los Evangelios no son "libros de historia", no es menos cierto que no tratan de ofrecer nada que no sea histórico».
«El valor histórico de los Evangelios, aparte de ser cierto para el crítico, es para el católico una verdad de fe».
Se han hecho estudios comparativos de todas las copias que conservamos de cada uno de los evangelistas.
Hort, uno de los más seguros críticos del siglo XIX resume sus investigaciones de veinticinco años, y las de su colega Wescott, en su edición crítica del original griego del Nuevo Testamento con estas palabras: «las variantes que tocan a la sustancia del texto son muy poco numerosas, y pueden ser valuadas en menos de la milésima parte del texto»(328).
«La inmensa mayoría de la variantes se refieren únicamente a la forma exterior: ortografía, orden de las palabras y términos sinónimos»(329). De las ciento cincuenta mil variantes, sólo quince son de importancia, y ni una sola toca a la fe de la Iglesia(330). Eso da idea del esmero con que se copiaron .
Nada nos dice el Evangelio sobre el aspecto externo de Jesús.
No era costumbre en los historiadores de aquel tiempo. Por eso los cuatro evangelistas guardaron silencio sobre su estatura, el color de sus ojos, el tono de su voz y los rasgos de sus facciones.
Sabemos que su mirada era irresistible: una mirada capaz de hacer, con sólo su fuerza, que los hombres lo abandonaran todo por seguirle. Una mirada profunda, tierna, penetrante. Una mirada llena de bondad, de un Ser que era todo bondad.
De un Ser que recorrió haciendo el bien las tierras de Judea, Galilea, Samaría…, curando enfermos, consolando a los desheredados del mundo…, dándose a todos, apiadándose de todos, amando a todos… Del Ser que pronunciara las palabras más dulces que jamás tomaron forma en unos labios humanos: «Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y Yo os aliviaré».
«Creo que no existe nada más bello, más profundo, más atractivo, más viril y más perfecto que Cristo» (F. Dostoieski).
En la Biblioteca Nacional de Madrid he leído un incunable en el que el cónsul romano Léntulo habla de cómo fue Jesucristo . Dice: «En nuestro tiempo apareció un tal Jesús, de gran fortaleza, rostro venerable, ojos serenos y abundante barba. Sus discípulos le llamaron Hijo de Dios, pues resucitó muertos y curó enfermedades».
Los Evangelios nos describen a un ser excepcional, a un hombre que en sólo tres años de vida pública, en un radio de acción de escasos kilómetros, trastornó al mundo, de modo que el tiempo se divide en los siglos que le esperaron y los que siguen a su venida .
Cristo iluminó con su doctrina la vida del hombre con visión de eternidad, y transformó los valores del pensamiento humano.
Jesucristo ha sido el hombre más grande de la historia. Genios como Calderón de la Barca y Miguel Angel , militares como César y Napoleón , después de su muerte, han sido admirados; pero no amados. Jesucristo es el único hombre que ha sido amado más allá de su tumba. A los dos mil años de su muerte, legiones de hombres y mujeres, dejando su familia paterna y su familia futura, sus riquezas y su Patria, despojándose de todo, han vivido sólo para él.
Jesucristo ha sido amado con heroísmo. Millares y millares de mártires dieron por él su sangre. Millares y millares de santos centraron en él su vida.
Santos de todos los tiempos, de todas las edades, de todas las clases sociales. Unos con corona de reyes, y otros con los pies descalzos; unos con hábito de monje, y otros con cinturón de soldado; unos con chaqueta y corbata, y otros con manos encallecidas de obrero; muchachos de corazón puro, y muchachas de mirada limpia y andar recatado. Todos éstos le amaron heroicamente y alcanzaron la corona de la inmortalidad.
Jesús ha sido también el hombre más combatido de la humanidad. ¿Qué tendrá este hombre que murió hace dos mil años y hoy molesta a tantos vivos?.
excelente toda esta vision escatologica sobre JESUS, gracias por cada una de las expresiones que hay en ella, me han servido y me sirven para explicar a mis alumnos sobre la verdad de nuestra fe y el porque deben centrarse en ser Cristos vivos en nuestro tiempo de tanta contradiccion. Especialmente entre los catecumenos es excepcional como el espiritu de Dios habla sobre Jesus, ese SER que era todo bondad….Y nosotros que!!….Tenemos esa vision de eternidad en Cristo…..???? Que Dios los bendiga,gracias
encuentro didactico el texto que he leido, sobre lentulo hay una carte que el envia al cesar describiendo no so,o el rostro de jesus, tanbien su porte y pregunata al cesar si desea que envie a roma a jesus, lo felicito por su aaporte a comprebder lo que significo jesus y sigue sigue significando a pesar de todos los errores cometidos por quienes desde la autoridad eclesiastica han realizado
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