¿Qué es la hostia que comemos en la Eucaristía?

En la última cena con sus apóstoles, Jesús instituyó la Eucaristía, el sacramento por el que la hostia cambia de sustancia para convertirse en su propio cuerpo

Muy a menudo, las palabras llevan en sí mismas el signo de lo que son: ¿qué nos dice la palabra «hostia» sobre la hostia? ¿Y por qué se usa en la Eucaristía?

Su procedencia

La palabra procede del latín hostio, que significa «golpear» y hostis, «enemigo». Hostis, a su vez, dio lugar a derivados de dos campos léxicos diferentes: hospes, «huésped», que también se encuentra en «hospital», y hostia, que significa «víctima», o lo que se «sacrifica».

La actualización del sacrificio de Cristo

«Luego, tomando el pan y habiendo dado gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: «Esto es mi cuerpo, entregado por vosotros. Hagan esto en memoria mía (Lc 22,19).

Estaban todos a la mesa, los Doce, en torno a su Maestro y Señor. Esto fue antes de que uno de ellos lo entregara a los que lo habían condenado.

«Deseaba comer esta Pascua con vosotros antes de padecer» (Lc 22,15), les dijo Jesús, antes de tomar el pan ázimo, bendecirlo y compartirlo con su primera Iglesia.

Es este gesto el que el sacerdote conmemora en la Misa cuando, actuando in persona Christi, consagra la hostia.

El pan ázimo

Jesús utilizó pan ázimo – sin levadura- durante la última cena. Por eso, en cada Misa se utilizan delgadas formas de harina que cumplen con las normas eucarísticas establecidas en el Código de Derecho Canónico (can. 924), en la Instrucción General del Misal Romano (319-323) y en el documento Redemptionis Sacramentum (no. 48):

El pan que se emplea en el santo Sacrificio de la Eucaristía debe ser ázimo, de sólo trigo y hecho recientemente, para que no haya ningún peligro de que se corrompa.

Por consiguiente, no puede constituir la materia válida, para la realización del Sacrificio y del Sacramento eucarístico, el pan elaborado con otras sustancias, aunque sean cereales, ni aquel que lleva mezcla de una sustancia diversa del trigo, en tal cantidad que, según la valoración común, no se puede llamar pan de trigo.

Es un abuso grave introducir, en la fabricación del pan para la Eucaristía, otras sustancias como frutas, azúcar o miel.

Es claro que las hostias deben ser preparadas por personas que no solo se distingan por su honestidad, sino que además sean expertas en la elaboración y dispongan de los instrumentos adecuados.

En este caso, la lengua manifiesta el sacramento, ya que la palabra «hostia» conlleva dos realidades. Por una parte, la hostia es el anfitrión de lo divino y cuida de la humanidad, ya que es en el pan ácimo donde Jesucristo se encarna para actualizar, en cada Eucaristía, el sacrificio que hizo de su vida en la Cruz.

La hostia es también «víctima», ya que se convierte en el cuerpo de Cristo sacrificado por la salvación del mundo y la redención de los pecadores.

Por Morgane Afif
es.aleteia.org

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