A la vuelta de la predicación por la Decápolis llegaron con las barcas a la orilla occidental, cerca de Magdala, al caserío llamado Dalmanuta.
La exaltación por parte del pueblo es creciente, pero la oposición no ceja. Los fariseos opuestos a Él se unirán a los saduceos. Se fingen discípulos con deseos de conocer. Es la alianza contra el enemigo común. Entre unos y otros discuten. Ven que de nada sirven los insultos ni las acusaciones descabelladas, como la de que está endemoniado. El pueblo cada vez cree más en Él, nada avanzan. Buscan una grieta y una debilidad para atacarle, y la encuentran en una petición que le hicieron fariseos y escribas a la que no ha contestado: se trata de la señal del cielo. Era un creencia apocalíptica del momento, especialmente de los fariseos, que dice que la solución de los problemas de Israel vendría del cielo, dados los fracasos históricos de arreglar las cosas de otro modo.
"Entonces algunos de los escribas y fariseos se dirigieron a él, diciendo: Maestro, queremos ver de ti una señal. El les respondió: esta generación malvada y adúltera pretende una señal, pero no se le dará otra señal que la del profeta Jonás. Pues así como estuvo Jonás en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches. Los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación en el Juicio y la condenarán; porque se convirtieron ante la predicación de Jonás, y ved que aquí hay algo más que Jonás. La reina del Mediodía se levantará contra esta generación en el Juicio y la condenará; porque vino de los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y ved que aquí hay algo más que Salomón.
Cuando el espíritu inmundo ha salido del hombre, va errante por lugares áridos en busca de descanso, pero no lo encuentra. Entonces dice: Volveré a mi casa, de donde salí. Y al llegar la encuentra desocupada, bien barrida y en orden. Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrando habitan allí, con lo que la situación final de aquel hombre resulta peor que la primera. Así ocurrirá a esta generación malvada"(Mt).
Son palabras veladas y llenas de simbolismo que, a la luz de la cruz y la resurrección, tienen fácil entendimiento, pero entonces no tanto, pues ¿en qué consistía la señal de Jonás? No parece fácil saberlo. Será un signo portentoso que deslumbrará a muchos, y los que no lo acojan serán juzgados con severidad. Ellos no pueden entenderlo. Pero la señal no la ha realizado aún. Luego se puede insistir en el tema, como si les faltase esa señal para creer, o como si Jesús no pudiese realizar esa señal prometida.
Así piensan los fariseos, aliados con los saduceos, y repiten la petición de la señal: "Se acercaron los fariseos y saduceos y, para tentarle, le rogaron que les hiciera ver una señal del Cielo. El les respondió: Al atardecer decís que va a hacer buen tiempo, porque está el cielo arrebolado; y de mañana, que hoy habrá tormenta, porque el cielo está rojizo y lóbrego. Así que sabéis discernir el aspecto del cielo y no podéis discernir los signos de los tiempos. Esta generación malvada y adúltera pide una señal, pero no se le dará otra que la señal de Jonás. Y, dejándolos, se marchó"(Mt).
Jesús vuelve a quejarse de la malicia de aquellos que preguntan sin intención de creer ni de convertirse; pero retrasa el dar esa señal de los tres días en el vientre de la ballena. Había señales por todos los lados como las del cielo que anuncian lluvia o tormenta. Estaban las profecías de Daniel, la pérdida del cetro en Judá, la decadencia de la patria, la realización de los signos proféticos, la aparición de Juan, la doctrina y los milagros de Jesús. Pero no saben ver, porque no quieren ver. Y no quieren ver porque su corazón está endurecido por el pecado. Es posible intuir el dolor de Jesús que sabe bien lo que dice. Quiere que no caiga sobre ellos sangre inocente. Quiere que no se consume el gran pecado. Pero el dolor inunda su alma. Y les deja con pena por lo corrompido de su corazón.
En estas circunstancias, les dice a los discípulos que se guarden de la malicia de los fariseos, la llama levadura, y ellos no entienden. Al explicárselo descubre la malicia del corazón torcido por la hipocresía, que desconoce el amor a Dios por encima de todas las apariencias; la astucia, el formalismo egoísta, la ambición, el placer. Peor aún cuando está revestido de religiosidad y que ataca más fuertemente a los que se proclaman más fieles a Dios que nadie.
"Al pasar los discípulos a la otra orilla se olvidaron de llevar panes. Jesús les dijo: Estad alerta y guardaos de la levadura de los fariseos. Pero ellos cavilaban diciendo interiormente: No hemos traído panes. Conociéndolo Jesús dijo: Hombres de poca fe, ¿qué caviláis interiormente de que no habéis traído panes? ¿No entendéis todavía? ¿No os acordáis de los cinco panes para los cinco mil hombres y de cuántos cestos recogisteis; ni de los siete panes para los cuatro mil hombres y de cuántas espuertas recogisteis? ¿Cómo no entendéis que no me refería a los panes? Guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos. Entonces entendieron que no se había referido a guardarse de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y saduceos"(Mt).
Reproducido con permiso del Autor,
Enrique Cases, Tres años con Jesús, Ediciones internacionales universitarias
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