La grandeza se mide por la generosidad que derrama un corazón dispuesto a servir a los demás.
Seguramente habrás leído algún libro o cuento, los hay de todos los estilos y para todos los gustos e intereses, pero no todos buscan orientar a los jóvenes en la vivencia de los valores, la búsqueda de la verdad y la formación de seres humanos recios y comprometidos con sus semejantes.
Hoy quiero recomendarte un libro cuyo título es “Queridísimos jóvenes” y estoy segura que conoces a su autor, se llama Juan Pablo II, ¡y no te lo puedes perder! Estás en la etapa más bella de tu existencia, pero también la más tormentosa en muchos casos. Son las hormonas, tus aspiraciones, el descubrimiento de la vida, sus oportunidades y problemas lo que genera el caos en tu interior, pero a pesar de todo hay algo que debes mantener siempre en mente: !Atrévete a ser grande!
Necesitas atrevimiento para enfrentar los retos que el mundo actual presenta para ti, sin temores, con un compromiso pleno y decidido para cumplir con tu vocación, sea la que sea; grandeza en tu corazón para hacer el bien a todos sin distinciones, con entrega y espíritu de servicio. Por eso quiero hablarte de los consejos que da nuestro amigo Juan Pablo II, y créeme, ¡funcionan!
– Atrévete a ser operador de la paz. Te ha tocado vivir en un mundo agitado y controvertido donde puedes observar como los adultos entre ellos no se ponen de acuerdo. Mas no te fijes en sus problemas, tu eres quien puede convertir a tu generación en esa categoría de seres humanos que luchan por vivir en armonía, solucionando los problemas en vez de hacerlos más grandes, sin deseos de dominio y con el único afán de lograr un verdadero diálogo y entendimiento para forjar un presente y un futuro mejor.
– Educa tu conciencia con la convicción de que Dios es el fundamento de todos los valores, conócelos y practícalos para darle dirección a tú vida, sólo así podrás determinar el tipo de ser humano que llegarás a ser: honesto, responsable, generoso, emprendedor, sin intereses particulares. Cuando llegue tu momento, serás la clase de político, empresario, economista, educador y profesional que tu país necesita. Si no comienzas tú con una nueva cultura, ¿quién lo hará?
– Atrévete a profundizar en la injusticia y el sufrimiento cuanto antes. Para quienes están apegados a los bienes materiales y el placer, esto carece de sentido y huyen como si fuera un mal contagioso. Pero tú no pierdas tiempo en tratar de entender porque existen estás dos cosas: búscale un sentido, un significado y lleva a cabo una misión personal para aliviar el sufrimiento del mundo. ¿Es mucho el dolor? Es cierto, pero también hay muchas manos, tuyas y mías, que están en condiciones de servir, pero siguen esperando quien las conduzca. Además, esto te llevará a una plena realización, a la felicidad, y sobre todo, al encuentro de Dios.
– Desarrollo en ti la virtud de la fortaleza. Aunque tus padres no te entiendan -o pienses que no lo hacen- haz el esfuerzo por comprenderlos… Francamente los adultos muchas veces nos olvidamos que para hablar de adolescente a adolescente hay que convertirse en un niño.
No te quejes de todo: carencias, necesidades, propósitos no cumplidos, ni te detengas ante las dificultades, aprende a valerte por ti mismo y a trabajar con empeño por alcanzar tus propias metas. Si tu eres el primer interesado ¿por qué tienes que depender siempre de los demás?
– La firmeza heroica es la que hace falta a los hombres de nuestro tiempo para triunfar en un mundo dominado por la magia digital y el deseo de poder. Necesitarás esa firmeza para ejecutar acciones congruentes con tus creencias y valores. Necesitarás la valentía para ser íntegro y puro en tú corazón, aunque muchas veces esto te hará sentirte solo, pues estarás saliendo de lo fácil, de lo cómodo, de ser uno más en la multitud que se deja llevar sin saber a dónde.
Recuerda que cada joven va en busca de un sueño. Por causa de un sueño se desatan tempestades y ciclones. Que los tuyos sean grandes, anchos e infinitos, Pero que no se queden ahí, transfórmalos, dales vida, lucha por convertirlos en realidad, derramando la generosidad que sólo un corazón joven y apasionado como el tuyo puede tener.
En palabras de Juan Pablo te digo: Ustedes los jóvenes tienen un congénito sentido de la verdad. Y la verdad debe servir para la libertad, aquella que va encauzada a perseguir ser un hombre “para los demás”.
Constrúyete desde dentro: con esfuerzo, con perseverancia y paciencia. Queridísimos jóvenes !atrévanse a ser grandes!
Que buena reflexión,creo que este tipo de diálogos debería de ser publicados en estos tiempos.