San León Magno, Papa y Doctor de la Iglesia
San León I el Magno nació en Roma, originario de la Toscana. Antes de ser Papa, había mostrado su excepcionales cualidades en todas las empresas que le habían encomendado. Siempre fue fiel y responsable.
Mientras recorría Francia, fue elegido Papa. Era el año 440. Todos los años, en el aniversario de su coronación, agradecía a los fieles la confianza que habían puesto en él, sin merecerlo, a la vez que les suplicaba sus oraciones, diciéndoles: «PARA QUE NO TENGAIS QUE ARREPENTIROS DE VUESTRA LECCION».
La llegada de San León a la cátedra de Pedro, en aquel momento, fue providencial. Roma se desmoronaba por los cuatro costados. Ante la invasión, crujían los cimientos de la sociedad. Los generales desertaban, los emperadores eran títeres sin consistencia. Los veintiún años de gobierno de San León fueron una cadena de triunfos contra el desaliento.
No sufría sólo por Roma. Era pastor de toda la Iglesia. Reprimía a los maniqueos en Italia, atendía los problemas de la Galia, alentaba a las iglesias en Africa, intervenía en los Balcanes, y escribía a Sto. Toribio de Astorga, avisándole sobre las desviaciones del priscilianismo.
En Oriente se extendió la herejía monofisita de Eutiques, que defendía la existencia de una sola naturaleza en Cristo. Muchos apoyaban la herejía. San León escribe desde Roma a Flaviano de Constantinopla. El cuarto concilio ecuménico se reúne en Calcedonia y la verdad triunfa. «Pedro ha hablado por boca de León», claman los seiscientos obispos presentes.
San León siguió actuando, escribiendo cartas, predicando sermones, que fueron un exhaustivo catálogo de los problemas de su tiempo, y le sirvieron para exponer la verdad. Luchó como un campeón indomable por la integridad de la fe y por la unidad de la Iglesia.
Fue sobre todo un gran catequista y un maestro de la moral católica. «Reconoce, cristiano, tu dignidad», clamaba San León. Fue grande en su vida, en su palabra y en su acción. Bien se mereció el apelativo de Magno. Fue el Papa providencial en aquella hora aciaga. Murió el año 461.
San Baudilio (siglo VIII)
Fue un ermitaño que se santificó cerca de Alessandría, Italia, en los tiempos de Liutprando, rey de los lombardos. Su tumba es custodiada por los monjes dominicos.
Santa Natalena
Venerada en Francia desde los tiempos de las cruzadas, esta santa era hija del rey Frédélas, y cuando nació, su padre, furioso porque no era un varón, ordenó a la matrona que la arrojara al río. Sin embargo, ésta la entregó a una rica dama que la educó piadosamente y que, al morir, le legó su fortuna. Natalena se dedicó toda su vida a dar limosna y hacer obras de caridad.
* Siempre ha habido tormentas que parecen que van a hundir la barca de la Iglesia, pero, como San León, debemos creer en las palabras de Cristo que prometió que estaría con nosotros hasta el fin de los siglos. Haz hoy muchos actos de esperanza.