Este jueves se inaugura la copa del mundo con el encuentro entre el anfitrión Brasil y Croacia. Indudablemente Sao Paolo y el mundo vibrarán con este, el primer juego de los 64 que integran el menú mundialista.
El ambiente es sensacional, según me reportan mis amigos comentaristas, en todo Brasil pero en Río de Janeiro la cosa está que arde. Incluso los diversos movimientos sociales que tantos dolores de cabeza le han dado a la FIFA y a la presidenta Dilma Rouseff, manifestaron que le darán una tregua a la celebración de la fiesta del balompié mundial.
Lo que es verdaderamente impresionante es el centro de prensa, conocido como el IBC por sus siglas en inglés, (International Broadcasting Company), que ocupa varias hectáreas de terreno en una zona que hasta hace un par de años, estaba totalmente despoblada. Se llama Río Centro y es una especie como de Santa Fe chilanga, en el sentido de que ahora está lleno de edificios residenciales y la población, mayoritariamente de bajos recursos, ha tenido que vender sus tierras a consorcios millonarios que le van cambiando la cara.
Imagine usted, amable lector, a todas las razas de la humanidad instaladas en el mismo lugar. Se puede encontrar a periodistas coreanos igual que cameruneses, argentinos que australianos y españoles a la par que mexicanos.
En los pasillos me he topado con figuras como Diego Armando Maradona, por cierto, muy repuesto y rejuvenecido gracias a la dieta y al bisturí, a Mauro Camoranessi, a quién los viejos aficionados de Santos y Cruz Azul recordarán bien y a uno de mis ídolos arbitrales como lo es Javier Castrilli, argentino de nacionalidad, apodado en su país el “sheriff” por su cero tolerancia al juego sucio y a la indisciplina.
Es increíble la cantidad de millones de dólares que las televisoras invierten en este evento. Obviamente lo recuperarán con creces pero créame que no solo hay prensa acreditada de los 32 países participantes; incluso de naciones que no están con sus equipos acá, tienen corresponsales para llevarle a su gente todos los pormenores del torneo.
En cuanto a la selección mexicana, parece un hecho que la duda en cuanto a la portería se resolvió a favor de Guillermo Ochoa. No faltarán los malpensados que digan que al “piojo” se lo impusieron desde las altas esferas de la empresa televisora dueña del América, de donde salió Miguel para dirigir a la selección. Sinceramente no lo sé pero en mi opinión, Jesús Corona era la mejor elección, sobre todo porque con él inició la supuesta “rotación” de guardametas y por ello, en principio, era su titular pero se repite lo mismo de cada cuatro años: El entrenador en turno inventa y quiere dormir al velador.
En fin, arranca la copa del mundo y estaremos platicando de todo lo que en ella acontezca, mientras tanto, relájese y disfrute del mundial.
