Si Dios nos llamara hoy

¿Si Dios nos llamara hoy, estaríamos preparados?

“Pero del día y la hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre” (Mateo 24, 36).

Sólo Dios Padre conoce cuándo ocurrirá el fin de los tiempos y el regreso de Cristo. Nadie en la tierra ni en el cielo lo sabe. Jesús nos advierte que debemos estar siempre preparados, porque Su venida será inesperada. Por eso, es necesario vivir vigilantes, fieles, confesados y en gracia, sin importar cuándo suceda.

Nuestra preparación debe centrarse en la importancia de hacer el bien, vivir una vida recta, arrepentirnos de nuestros pecados y ser conscientes de los mandamientos de Dios, viviéndolos plenamente, especialmente en el contexto de lo que llamamos los “últimos tiempos”.

Nuestro estado espiritual ideal es estar preparados para ese momento, viviendo el presente con fe y manteniendo una relación constante con Dios mediante una oración perseverante. Sólo así podremos estar listos para Su llegada.

Dios nos recuerda que cada uno de nosotros dará cuentas individualmente; por eso, es esencial vivir de acuerdo con lo que es justo, correcto y agradable a Dios, conforme a Su voluntad perfecta.

“Porque los que duermen, de noche duermen; y los que se emborrachan, de noche se emborrachan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos puesto la coraza de la fe y del amor, y por yelmo la esperanza de la salvación” (1 Tesalonicenses 5, 7-8).

Nuestra sobriedad debe ser espiritual: vivir en la fe en Cristo, amar con un corazón firme y mantener la esperanza en Su venida, sin dejarnos embriagar por el pecado, la infidelidad, la dureza de corazón y la desesperanza del mundo.

La vida eterna existe y comienza aquí en la tierra. Se consuma después de la muerte, cuando el alma es glorificada y reunida con el cuerpo resucitado. Entonces iremos al cielo o al infierno según hayamos vivido nuestra vida terrena. La vida eterna es un don de Dios que recibimos por la fe en Jesucristo y en Su sacrificio en la cruz.

“Estén alerta, manténganse firmes en la fe; sean valientes, sean fuertes. Háganlo todo con amor” (1 Corintios 16, 13-14).

San Pablo nos anima a estar alertas contra la pereza espiritual y el pecado, porque nuestro destino es la vida eterna con Jesús, no el castigo en el infierno. Para no extraviarnos, debemos mantenernos vigilantes. Quien se descuida cae en pecado mortal y permanece ahí sin arrepentirse, perdiendo el rumbo. Por eso Pablo insiste en que estemos atentos, sobrios y firmes en lo espiritual, para estar preparados cuando Cristo venga.

Oración

Señor, con humildad y confianza, dependiendo de Tu infinita misericordia y amor, te pedimos que derrames Tu gracia sobre todos los que acudimos a Ti arrepentidos. Ayúdanos a vivir una vida que Te agrade, y que el Espíritu Santo ilumine nuestra inteligencia y mueva nuestra voluntad, para que todas nuestras acciones estén impregnadas de Su presencia y reflejen Su bondad y Su amor.

Concédenos mantener la gracia santificante recibida en el bautismo mediante las buenas obras, para convertirnos en herederos del Reino celestial. Que vivamos nuestras luchas y desafíos con la esperanza en Tu promesa, sostenidos por el sacrificio y la resurrección de Tu Hijo Jesús, quien nos aseguró la vida eterna.

Haz que recordemos siempre que, en Él, la muerte no tiene la última palabra; que nuestra vida está unida a Su Pasión y Resurrección, y que, guiados por Tu gracia, podamos alcanzar la vida eterna que nos ofreces.

Amén.

Luce Bustillo Schott 

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