– Comunión con Pedro y Pablo en la misa
Cada día, en la celebración de la misa, en su parte central -en la plegaria eucarística- hacemos mención de los apóstoles. A veces, explícitamente de Pedro y de Pablo; pero, aunque no los nombremos, sabemos que ellos dos encabezan en toda la tradición de la Iglesia la lista apostólica, son los apóstoles por antonomasia.
Pero este recuerdo de san Pedro y de san Pablo en cada Eucaristía, ni es un simple recuerdo de su ejemplo para nosotros (sobre todo, de su ejemplo de fe en Jesús), ni es tampoco sólo una petición de intercesión, de oración para nosotros. Es eso, pero es más. Es máximamente una expresión de comunión con ellos. De comunión real, que podríamos decir que incluye tres tiempos, tres aspectos. El ayer, el hoy, el mañana.
– Comunión ayer, hoy, mañana
Primero, el ayer. Porque sin ellos no existiría nuestra fe cristiana. La fe de y en Jesucristo ha llegado a nosotros a través y gracias a los apóstoles. Esta fue la voluntad de Dios. Sin su predicación, sin su ejemplo, sin su martirio, no existiria la Iglesia. Por eso, en el "Credo" afirmamos que creemos en "la Iglesia apostólica".
Segundo, comunión en nuestro hoy. No sé si os habéis fijado que en casi todas las catedrales, en la entrada, en el pórtico, encontramos las figuras de Pedro y Pablo, de los apóstoles. Es un modo de expresar que ellos, también actualmente, son la entrada, la base y la configuración de nuestra vida en la comunidad cristiana, en la Iglesia de Jesús que se simboliza en ese edificio que llamamos iglesia. Por eso, cuando los mencionamos cada día en la plegaria eucarística, nos sentimos en comunión presente, actual, con ellos. Son los patriarcas vivos de esta familia nuestra que es la comunión de los creyentes en Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios.
Y, en tercer lugar, comunión con ellos en el mañana, en la plenitud de la fiesta eterna que Dios Padre desea para todos los hombres y mujeres del mundo. Lo solemos pedir explícitamente en la plegaria eucarística: que con los apóstoles "merezcamos compartir la vida eterna"; "para que gocemos de tu heredad"; "para que nos reunamos en la heredad de tu Reino".
– Y comunión con sus continuadores
Comunión -familiar, intima, personal, causa y fruto de la fe- con los apóstoles Pedro y Pablo que tiene también, cada día, en la plegaria eucarística de la misa, otra consecuencia, otra formulación.
Porque también cada día en esta oración central de la Eucaristía, expresamos nuestra comunión con sus continuadores, sus sucesores. Especialmente, con el obispo de Roma, el papa, y con el obispo de nuestra diócesis. Es también una oración de fe, de solidaridad, en esta familia de los creyentes en Jesucristo en la que ellos ostentan la difícil tarea de continuar el camino de los apóstoles. Como Pedro y Pablo lo hicieron, a pesar y más allá de sus personales limitaciones, defectos y pecados. No expresamos una adhesión incondicional a unos líderes humanos, sino algo más misterioso pero también más profundo: la comunión en una fe común que ellos, como en la inicios de los apóstoles, presiden.
EQUIPO-MD
MISA DOMINICAL 1999, 9, 17-18
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