Natividad de la Santísima Virgen María
La Iglesia nos invita hoy a celebrar el nacimiento de la Virgen María, con estas palabras: «Celebremos con jubilo el nacimiento de la Sma. Virgen María, de la cual nació Cristo, nuestro Dios y Salvador».
No hay, en efecto, mejor manera de festejar a María que postrarse ante su Hijo. Y la razón de ello es que el Hijo de María, sin dejar de ser Verdadero Hombre, es a la vez, el Hijo del Eterno Padre, y por tanto, Dios de Dios, Luz de Luz. Los que no contemplan así al Hijo de María, no pueden captar los tesoros de gracia y de amor que se encierran en esta fiesta mariana.
El nacimiento de María anuncia al mundo la dicha de la llegada del Redentor de todos y cada uno de nosotros. Pues así como el sol no sólo ilumina toda la tierra, sino también a cada uno de sus moradores, así la luz de la redención se anticipa a iluminar a la Virgen, que nació para hacer reverberar sobre el mundo las bendiciones de su redención anticipada, en cuanto «Madre del Redentor» e Intercesora y Medianera de todas las gracias.
¡Qué atmósfera tan sobrenatural de paz y de luz, de gracia y bendición envuelve esta gloriosa festividad del nacimiento de María! Realmente Ella es para los hijos e hijas de Adán, la Aurora de nuestra redención y de nuestra elevación al plano sobrenatural. La alegría se desborda en el alma cristiana que vislumbra, a través de la fe, la gloria del Señor en el nacimiento de la Virgen, y los beneficios innumerables que recibimos sin cesar de la Virgen Madre de Dios.
¿Cómo nos habríamos comportado, si hubiésemos podido escoger la madre nuestra? Pienso que hubiésemos elegido a la que tenemos, llenándola de todas las gracias. Eso hizo Cristo: siendo Omnipotente, Sapientísimo y el mismo Amor, su poder realizó todo su querer. Los teólogos han formulado con frecuencia un argumento semejante. Dicen: convenía, Dios podía hacerlo, luego lo hizo. Es la explicación más clara de por qué el Señor concedió a su Madre, desde el primer instante de su inmaculada concepción, todos los privilegios. (Beato Josemaría Escrivá)
Cantemos pues con la Iglesia: «Celebremos con alegría la natividad de la Bienaventurada Virgen María, para que ella interceda por nosotros ante Jesucristo, el Señor».
Beato Federico Ozanam (1813-1853)
Nació en Milán, de padres franceses con una numerosa familia que tempranamente quedó reducida a tres hijos: un sacerdote, un médico y Federico que estudió Derecho y Humanidades. Desde que era universitario, Federico fue un líder nato, que animado por su celo ardiente, organizó para sus compañeros un movimiento de apostolado laico con proyección universal. Sor Rosalía Rendu, una religiosa Hija de la Caridad que era superiora de un convento en un barrio paupérrimo de París, tuvo una influencia decisiva para el desarrollo de la vocación espiritual y caritativa de la pequeña sociedad naciente, de la que puede ser considerada cofundadora y pionera.
El 23 de abril de 1833 tuvo lugar la primera reunión de la Sociedad de San Vicente de Paúl, con Federico y seis estudiantes. Ozanam quería que esta asociación fuera siempre: “profundamente cristiana, católica, pero absolutamente laica”. Desde el primer momento, San Vicente de Paúl fue el inspirador de las Conferencias de la Caridad, siendo elegido como titular y patrono de la obra.
Federico aprovechó, con visión profética, el momento y la coyuntura histórica que le tocó vivir, y, como diría Pablo VI, supo: “escrutar los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio”. Se puede decir que la caridad se secularizó para que unos mensajeros seglares pudieran infiltrar en aquellos ambientes un hálito de esperanza, allí donde los estragos de una incipiente industrialización eran evidentes y una nueva clase social, el proletariado, sufría una gran explotación a causa de la pobreza y de la ignorancia.
El 8 de septiembre de 1853 se extinguía la vida de Federico- hijo ejemplar, marido y padre amante y apóstol incansable- cuando su obra se empezaba a expandir por todo el mundo.
* Agradece hoy al Señor el haberte dado una Madre tan llena de gracia y que te cuida con tanto cariño.