San Sabás (439-532)
Nació en Turquía y llegó Palestina a los dieciocho años, donde fue discípulo del célebre anacoreta Eutimio el Grande. Palestina rebosaba de monjes y ermitaños. Éstos últimos vivían donde y como querían, lo cual favorecía la ociosidad entre ellos. Sabás puso remedio a estos abusos y se convirtió en exarca de los ermitaños de Palestina.
También convirtió a los monofisistas, habiendo prácticamente desaparecido esta herejía del país.
Santa Atalía (siglo VIII)
Atalía había sido llevada por su tía paterna, santa Odilia, a la abadía de Hohenburg. Atalía renunció al matrimonio y a la vida religiosa en el convento de su tía. Su padre, Adalberto, duque de Alsacia, construyó para ella un monasterio en Estrasburgo que fue puesto bajo el patrocinio de san Esteban. Se siguió la regla benedictina que la santa había suavizado “para hacerla soportable a la debilidad de las mujeres”.
San Geraldo (+1109)
Nacido en Quercy, Francia, este santo fue llevado a Toledo por el arzobispo de esa ciudad española que al pasar por el monasterio donde Geraldo dirigía el coro, se quedó admirado de la belleza de los cantos litúrgicos. La música de la catedral de Toledo dejaba mucho que desear, y el arzobispo pidió a Geraldo que dirigiera el coro, que al poco tiempo mejoró notablemente. Geraldo se hizo famoso por sus aptitudes musicales y por su santidad, de modo que el clero de Braga, Portugal, quiso tenerlo como obispo y el santo supo hacer renacer el fervor de esa diócesis descristianizada por los moros. Se dice que dio comienzo su labor con los muchos nobles que se dedicaban al pillaje, y que los convirtió a todos. Murió en Bornos, adonde había ido a consagrar una de las numerosas iglesias que había construido.
* Haz hoy una revisión de tu vida diaria, día por día, para constatar cuantos ratos de ocio innecesario e improductivo te permites, y en la presencia de Dios, hazte un plan para aprovechar mejor el tesoro del tiempo.