Nuestra Señora del Refugio
La imagen de Nuestra Señora del Refugio es una copia, hecha en 1709, de la célebre imagen de Nuestra Señora de la Encina, que se venera en Poggio Prato (Italia). Fue mandada hacer por el beato Antonio Baldinucci, para llevarla consigo en sus misiones. Esta copia infundía grande fervor en las multitudes y ocasionó la conversión de numerosos pecadores, por lo cual comenzó a dársele el título de «Refugio de pecadores». Le fue concedida la coronación pontificia el 4 de julio de 1719. Se conserva actualmente en Frascatti. En el mismo siglo XVIII se trajeron a México varias copias de esa imagen, que influyeron también aquí grandemente en las labores apostólicas de los misioneros, para la conversión de innumerables pecadores.
Pidámosle hoy en esta festividad a Nuestra Señora del Refugio el ser favorecidos con su protección maternal; nos alcance el perdón de nuestras culpas y por su intercesión, nos ayude a fomentar en nuestros hogares el amor y la santidad a cada uno de los miembros de nuestras familias, para un día gozar de la vida eterna.
Santa Isabel de Portugal(1271-1336)
Isabel de Aragón, esposa del rey Denís de Portugal, fue una esposa y una madre ejemplar en medio de muchas dificultades. Su marido tenía un genio violento y no le era fiel, llevando una vida escandalosa. Supo llevar con constancia un plan diario que incluía diariamente: lectura de la Biblia, participar en la Santa Misa, dirigir las labores del numerosos personal, coser y bordar prendas para los pobres, y por las tardes visitar enfermos y ancianos.
Perdió a su hija y a su yerno y vio cómo su hijo Alfonso, se rebelaba contra su padre, el rey. En medio de todos aquellos dolorosos conflictos, Isabel oraba, ayunaba y trataba de restablecer la paz. Un elocuente ejemplo de cómo una madre de familia puede y debe ser santa.
Santa Berta, viuda (+ 725)
Cuando se quedó viuda, Berta se retiró con sus hijas Gertrudis y Deotila al monasterio de Blesy, Francia, el cual había ella fundado cuando vivía con su marido en la corte de los reyes merovingios. Fue abadesa algunos años; después se hizo una pequeña celda al lado de la Iglesia abacial. La ceremonia de su reclusión fue muy solemne; asistieron varios obispos que, después de bendecir su celda, dejaron a la reclusa “al cuidado de los ángeles”.
San Valentín de Berrio-Ochoa (+1861)
Este santo oriundo de Elorrio, Vizcaya, España, fue desde su ordenación por todos considerado como un hombre de oración, de extrema mortificación y sobre todo con un corazón de ardiente caridad, manifestada con los pobres con los que tantas veces compartió su comida, y con la atención delicada a los enfermos.
Enviado junto con otros siete compañeros dominicos, a evangelizar los lejanos pueblos del Tonkín (ahora Vietnam), fue ordenado obispo en el año de 1858, en la casa de un cristiano, y a puerta cerrada, por la situación de persecución que sufrían los cristianos en el país. Así empezó su difícil pastoreo, de cueva en cueva, de barcaza en barcaza, sin domicilio fijo, esquivando constantemente a los esbirros del rey Tu Duc y de su espesa red de espías y delatores. Por fin, en el año de 1861 es delatado y junto con otros dos presbíteros, encerrados en jaulas y llevados a través de las calles a su martirio.
En el año de 1988 fue canonizado junto con otros 117 mártires por el papa Juan Pablo II.
Beato Pedro-Jorge (Pier Giorgio) Frassati (1901-1925)
De este joven dominico seglar, nacido en Turín, Italia y fallecido a tan temprana edad, pudo decir Juan Pablo II: Pedro-Jorge Frassati nos muestra al vivo lo que verdaderamente significa, para un joven seglar, dar una respuesta concreta al “Ven y Sígueme”. Basta echar una mirada a su vida, dedicada a la cultura, al deporte (¡un alpinista tremendo!), a las cuestiones sociales, a los verdaderos valores de la vida, a la vez que un hombre profundamente creyente, nutrido del mensaje evangélico, fuerte en su carácter, coherente, apasionado en servir a los hermanos, y consumido en un ardor de caridad, que le llevaba a acercarse, según un orden de preferencia absoluta, a los pobres y a los enfermos.
Fue beatificado el 20 de mayo de 1990, y su hermana Luciana tuvo la dicha de asistir a la ceremonia.
Beata Catalina Jarrige (1836)
Natural de Doumis, Francia, fue la menor de siete hermanos. Después de una juventud dedicada a la artesanía de encajes en casa, sin saber hablar más que en “patois”, durante sesenta años vivió en Mauriac, dedicada a ayudar a pobres, enfermos, huérfanos y encarcelados y a enseñar el catecismo a los niños. Durante la revolución francesa, ayudó a muchos sacerdotes, perseguidos por su fidelidad a Roma, dándoles refugio en su casa y procurándoles lo necesario. En 1794 fue procesada y conducida a la cárcel, de donde la liberaron más tarde: pero Catalina no temía a la muerte y decía que bajo la guillotina habría bailado la “carmagnole”. Fue admitida en la orden tercera dominicana, imitó a Santa Catalina de Siena, especialmente en su intenso amor a la Eucaristía, en la defensa de sus ministros perseguidos, su intrepidez en confesar la fe y en el amor a la Iglesia. El 4 de julio de 1836 se durmió en el Señor, y fue sepultada en la Iglesia mayor de Mauriac. El 24 de noviembre de 1996 fue beatificada por Juan Pablo II.
Beato Cesidio Giacomantonio (+1900)
Presbítero de la Orden de Frailes Menores y mártir en Wan-sha-wan, China, durante la persecución de los bóxers por proteger al Santísimo de las turbas. Murió lapidado y después quemado con petróleo.
* Si no la has logrado adquirir, empieza hoy practicar la costumbre de dirigirte a Nuestra Señora del Refugio en tus necesidades y tentaciones.