Santoral 29 de septiembre | Los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, San Alarico

Los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Con la reforma litúrgica de 1969, se unificaron las festividades de los tres Arcángeles: San Gabriel, que se celebraba el 24 de marzo; San Rafael, el 24 de octubre, y San Miguel.  Se escogió la fiesta de éste último para la futura celebración común.

Desde el siglo VI se honra a SAN MIGUEL en Roma el 29 de septiembre, por la dedicación de una Basílica en su honor en la Vía Salaria, que hoy en día ya no existe.  Tanto en Europa como en el Oriente, hay muchísimos templos en honor de San Miguel, porque él es el defensor del Pueblo de Dios contra las asechanzas del Demonio, como lo indica su nombre, que significa: «¿Quién como Dios?»

En la Biblia, SAN MIGUEL es mencionado en el libro de Daniel (Cap. 10 y 12) como el ayudante del pueblo de Dios, durante sus duros años de cautiverio en Babilonia.  En la carta de San Judas (v.9), se encuentra una misteriosa alusión a que Miguel peleó con el demonio por el cuerpo de Moisés.  Y en el Apocalipsis(Cap. 12) se describe cómo los ángeles rebeldes, encabezados por Lucifer, son derrotados por San Miguel, el jefe de las milicias celestiales, fieles al servicio de Dios.  Esta acción hizo a San Miguel popular entre los cristianos, quienes le invocaban en contra del Demonio.  La Iglesia etíope celebraba mensualmente una misa en honor suyo, la Iglesia romana le rezaba todos los días en su liturgia.  Se le dedicaron santuarios en todos los países.  Es el Prototipo del siervo leal y poderoso que ha de sostenernos con su Fuerza.

RAFAEL, cuyo nombre significa «DIOS SALVA»,  es un ángel bondadoso que tiene remedio para todo.  No sólo es el ángel de la guarda del joven Tobías, sino que él mismo se presenta como uno de los siete «ángeles especiales que llevan las oraciones de los justos al trono de Dios y se mueven en la presencia de la gloria del Santísimo» (Tob. 12,15).  Es el buen acompañante del hijo de Tobías, a quien conduce, sabio, cariñoso y firme, por entre las asechanzas del mal, hasta un feliz matrimonio y la curación del propio Tobías de su ceguera.  Es el Arcángel de los novios y casados, cómplice del Amor, que es una chispa del gran incendio divino que busca Abrasarnos a todos en caridad.

Este es el mensaje del la Palabra de Dios sobre la intervención de este Arcángel: «EL SALVA», pero la cooperación libre de todo ser humano es indispensable.  La fiesta de San Rafael en la Iglesia es relativamente reciente. El Papa Benedicto XV la introdujo como obligatoria para la Iglesia universal en l921.  Después de la segunda guerra mundial, en l945, millones de refugiados fueron puestos bajo su patrocinio.  Asimismo se aconseja a los VIAJEROS encomendarse a la protección de este amigo celestial.

SAN GABRIEL:  su nombre hebreo significa «CAMPEÓN DE DIOS».  De GABRIEL se puede decir que nunca ha habido ni habrá jamás otro embajador investido de más hermosa misión.  Fue él quien tuvo el encargo de anunciar el cumplimiento del más feliz acontecimiento en la historia del mundo, cuando llegó a anunciar a la Virgen María que iba a ser Madre del Salvador.

Para la historia de la salvación son de especial importancia las apariciones del embajador divino al sacerdote Zacarías, con el anuncio del nacimiento de Juan el Bautista y la Anunciación a María Santísima, que encontramos en el Evangelio de San Lucas.  El ángel se acerca a María para pronunciar las palabras sagradas, que diariamente repetimos al principio del «Ave María». 

Esas palabras manifiestan que María, gracias al poder de Dios, está LLENA DE GRACIA y será la MADRE DEL «EMMANUEL», es decir: «DIOS CON NOSOTROS».

San Alarico (+973)

Pertenecía a la familia de los Hohenzollern y entró joven en la abadía benedictina de Einsiedeln, Suiza.  Por inspiración divina, supo que su vocación era la de ermitaño y se fue a vivir en la isla de Ufnau, en el lago de Zurich, pero volvió a su monasterio por obediencia a sus superiores, para servir de guardián.  Consiguió pronto, sin embargo, la dispensa y retornó a su isla de Ufnau, en donde murió años después de vivir una vida santa.

* Que los tres Arcángeles nos sirvan como capitán, guía y nuncio, para hacer la voluntad de Dios, que es la sabiduría.  En la batalla, en el camino incierto y en la oscuridad del debate interior, ellos están presentes.

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