Santoral 23 de junio | San Gaspar de Búfalo, San José Cafasso, Beato Bernhard Lichtenberg y Beata María Rafaela

San Gaspar de Búfalo (1786-1836) 

San Gaspar, canónigo, fue hijo de una familia de aristócratas romanos arruinados.  Fue un joven débil y enfermizo que sin embargo trabajo incansablemente toda su vida.  Se dice que le eran propios estos tres rasgos: actividad incesante, terquedad y el ser “incómodo”.  Terquedad, porque prefirió el destierro a prestar juramento a Napoleón cuando se llevó este preso al Papa y porque fundó la Congregación de la Preciosa Sangre, con la tarea de misionar las comarcas más descristianizadas y peligrosas, y lo hizo a pesar de mil obstáculos. Y el  ser “incómodo”, porque no se mordía la lengua para denunciar los abusos y la corrupción de algunos del alto clero romano.  Obediente hijo de la Iglesia, no duda en poner el dedo en la llaga.

San José Cafasso (1811-1860)

Nació en Castelnuovo d´Asti, Italia, en el seno de una familia piadosa.  A los 16 años se resolvió a dedicar su vida al sacerdocio. Al ser ordenado en 1833, José, que tenía un altísimo concepto de los deberes sacerdotales y se consideraba aun poco preparado, ingresó en el Convictorio Eclesiástico que, justo con esos fines, había sido fundado por el ejemplar sacerdote Don Guala en Turín.

Allí descubrió José que su vocación estaba en la transmisión al pueblo de Dios y aun al clero de la verdadera moral de la Iglesia, tan perturbada entonces por  influencia del jansenismo.  Recibida su licencia de confesar, se convirtió muy pronto en diestro director de almas, y pasaba largas horas en el confesionario a donde acudían no solamente seglares, sino también numerosos sacerdotes. 

Le fue confiada la cátedra de moral del propio Convictorio y a la muerte de Don Guala, José fue puesto al frente del mismo y fue su alma hasta el fin de sus días, la formación del clero siendo su carisma distintivo.  Del Convictorio salían párrocos celosos, directores de almas preparados  y animadores entusiastas de las comunidades cristianas.  Desarrolló también una amplia labor de predicación así como una gran actividad caritativa, llevando personalmente una vida muy austera.  Predicaba con gran fuego  y eficacia tandas de ejercicios espirituales, y el arzobispo de Turín le confió la dirección de la Casa Diocesana de Ejercicios.

José celebraba la misa con mucha devoción y su amor a la Eucaristía era contagioso.  Al lado de la devoción eucarística cultivaba con fervor la devoción mariana, y la inculcaba a sus sacerdotes.  

En plena actividad, a los 49 años de edad,  el Señor lo trasladó a su reino.  José fue canonizado por el papa Pío XII el 22 de junio de 1947.

Beato Bernhard Lichtenberg (+1943)

Párroco de Berlín, murió en Planegg, mientras estaba siendo conducido a un campo de concentración.  Fue beatificado por Juan Pablo II en Berlín el año 1996.

Beata María Rafaela (+1945)

Santina Cimatti, que cambió su nombre por el de María Rafaela al ingresar a las Hermanas de la Misericordia, murió en Lacio, Italia, después de una vida oculta y humilde, con gran caridad y cuidado constante de los enfermos y pobres.

* La tozudez, en lo espiritual se llama perseverancia.  Revisa si estás cumpliendo los propósitos que has hecho últimamente.

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