La Dedicación de las Basílicas de San Pedro y San Pablo
Delante del circo de Nerón, en la parte norte de la vía Cornelia, sobre la colina Vaticana, sufre su martirio Pedro, el príncipe de los Apóstoles.
Junto a aquel mismo lugar, se le entierra; y su sepultura es cita de preferencia para enterramientos papales, desde San Lino a San Víctor, los primeros sucesores de San Pedro.
El segundo sucesor, San Anacleto, Papa desde el año 79 al 90, levanta allí una «memoria», un oratorio. A su vez, el Apóstol San Pablo, decapitado en la vía Ostiense, que lleva al puerto de Roma, es sepultado en la propiedad de una piadosa mujer, de nombre Lucina.
Con satisfacción, a fines del siglo II, proclama el presbítero de Roma, Cayo: «Yo te puedo mostrar los sepulcros de los Apóstoles; si vienes al Vaticano, y te llegas a la Vía Ostiense, verás los gloriosos trofeos de los que fundaron esta Iglesia».
Sobre ellos construye el emperador Constantino dos basílicas, para que albergara cada una el cuerpo venerado, protegido por una cubierta segura de bronce. Y el Papa San Silvestre, dedica solemnemente aquellas dos basílicas: en el Vaticano, la de Pedro, roca y fundamento de la Iglesia Universal; y en la vía hacia el mar, la de Pablo, el Apóstol de los gentiles.
San Odón (879-942)
Nació en Tours, Francia, y su padre, el noble señor Abbon, le consagró desde la cuna a san Martín. A los veinte años, Odón se agregó a los ciento cincuenta canónigos con prebenda que velaban su tumba en Tours. Abrazó el estado religioso en Baume-les-Messieurs y al año siguiente se unió a San Bernon en el monasterio de Cluny. Pronto se convirtió en su sucesor y Cluny recibió durante su mandato la organización que le permitió ejercer, durante dos siglos, tanta influencia en la iglesia y la política de Europa.
Este hombre de mano de hierro era de una bondad infinita y un humor siempre alegre. “Nos hacer reír hasta las lágrimas”, escribía uno de sus monjes. Cultivaba la poesía y fue un gran aficionado a la música.
Santa Filipina Rosa Duchesne (1769-1852)
Religiosa de la Visitación que fundó en Nuevo Orleáns, Estados Unidos, un gran centro misionero que se ocupó de los indios de las Montañas Rocosas. Fue canonizada en 1988.
Beata Carolina Kóska (1898-1914)
Joven polaca, mártir de la virginidad, beatificada en 1988.
Beata María Gabriela y compañeras (+1936)
Siete mujeres, monjas contemplativas salesas del primer monasterio de la Orden de la Visitación en Madrid que fueron asesinadas por el odio a la fe católica en noviembre de 1936, durante la Guerra Civil española.
Beato Grimoaldo Santamarina (1883-1902)
Nacido en Pontecorvo, Italia, entró al convento pasionista de Paliano. A lo largo de su noviciado, Grimoaldo se distinguió por su espíritu de intensa piedad y por su transparencia con el director espiritual.. Habiendo hecho su profesión religiosa, cambió de comunidad a Cecano, la casa de estudios filosóficos y teológicos de la congregación.
Grimoaldo encontraba bastante dificultad en el estudio que iba superando con un esfuerzo perseverante y con la ayuda constante de sus profesores.
La devoción a María Santísima fue el molde que dio forma a la intensa vivencia espiritual de Grimoaldo. Su vida en estos años de formación reflejaba gozo, paz, esperanza y solidaridad fraternal.
A los 19 años le sobrevino una meningitis aguda que en pocos días lo llevó a la muerte. La comunidad quedó convencida de que había muerto un santo. Fue beatificado por el papa Juan Pablo II en 1995.
* Hoy es día de recordar con agradecimiento a estos dos grandes apóstoles, bases firmes sobre las que Jesucristo fundó su Iglesia.