San Gregorio Barbarigo (1625-1697)
Veneciano de una gran familia senatorial, Gregorio fue magistrado hasta que sintió la llamada a la vocación sacerdotal. Decidió ser sacerdote del clero secular, y tiempo después, nombrado obispo de Bérgamo, fue famoso por sus numerosas limosnas y por la severidad con que reprimió abusos dentro y fuera de la Iglesia. Murió con merecida fama de santo y fue canonizado en 1960.
San Rainiero (+1160)
Nació en Pisa, Italia y en esa misma ciudad terminó sus días. Fue un trovador renombrado que gustaba cantar en los castillos acompañado de la viola, y llevaba una vida desordenada.
Gracias aun ermitaño que rezó intensamente por él, Rainiero recibió la gracia de la conversión. Durante un tiempo se hizo mercader para ganar dinero y poder visitar los Santos Lugares. Se alistó como galeote en el barco que lo conduciría a Tierra Santa y era tan alegre que a sus compañeros se les hizo corta la travesía.
De regreso a Pisa, Rainiero se hizo canónigo regular y se estableció en el monasterio de San Guido, donde toda su vida siguió repartiendo alegría y buenos consejos a la gente de la ciudad. Sus reliquias se encuentran en la catedral de Pisa.
San Heberto (siglo VI)
Vivió como ermitaño en Bretaña, Francia, y se cuenta que domesticó al lobo que había matado a su asno. Se piensa que el monasterio de Lanhouarneau fue fundado por San Heberto.
San Pedro Da (+1862)
Maderero y sacristán, este mártir de la fe en Vietnam, sufrió los más atroces tormentos para ser finalmente arrojado a las llamas bajo el imperio de TuDuc.
* Revisa hoy la extensión y frecuencia de tus limosnas: tal vez las puedas aumentar.