Santoral 11 de abril | San Estanislao, obispo y mártir

San Estanislao (1030-1079) 

Hay hombres que representan a una nación, porque han sabido asimilar su espíritu y lo han encarnado en su vida de cada día.  Si de alguien se pudiera afirmar esto, no hay duda de que de San Estanislao habría que decir que supo

conocer, y, sobre todo, vivir el temperamento y las virtudes que encarnaba su pueblo: Polonia, y que, por vivirlas y transmitirlas a los suyos, murió mártir.

Sus padres llevaban casados treinta años sin tener hijos, cuando les llegó esta maravilla de criatura.  Nació en Szczepanow, cerca de Cracovia el 26 de julio de l030.  Sus padres gozaban de muy buena reputación por su honradez y vida cristiana, le educaron en las virtudes cristianas y humanas.  En ellas se le veía progresar a Estanislao de día en día.  Terminados sus estudios en su pueblo, fue enviado a ampliarlos a Cracovia y a París donde consiguió graduarse.

Así lo describe uno de los mejores historiadores polacos:  «Era de carácter dulce y humilde, pacífico y púdico; era muy cuidadoso de reprimir sus propias faltas antes de hacerlo con sus prójimos; era un alma que jamás mostró soberbia ni se dejó llevar por la ira; era muy atento, de naturaleza afable y humano, de gran ingenio y sabiduría y dispuesto siempre a ayudar a quien necesitaba ayuda.  Odiaba la adulación e hipocresía, mostrándose siempre sencillo y de corazón abierto.»

Su inclinación hacia la piedad le llevó a abrazar el sacerdocio.  Pronto fue el sucesor del mismo Obispo de Cracovia, Lamberto, que fue quien le ordenó sacerdote unos años antes.  El 2 de julio de l071 era elevado a la sede de Cracovia y, aunque solamente la gobernó por espacio de ocho años, dejó huellas indelebles en ella y en toda la nación polaca, como ningún otro prelado antes ni después de él había hecho.  Supo indentificarse con los valores espirituales de Polonia y por ellos no dudó hasta derramar su sangre.

Pronto se dió cuenta el santo y valiente prelado que el rey Boleslao, que gobernaba la nación, era un hombre valiente y listo, pero que estas mismas cualidades se le habían subido a la cabeza y creía que era el dueño absoluto de los bienes y de las personas de toda la nación y podía hacer a su antojo cuanto se le apetecía.  Pero le salió al paso el valiente Estanislao, y, con entereza evangélica, se opuso tenazmente a sus injustas pretensiones.

No fue empresa fácil la que le tocó al santo Obispo.  El rey era colérico y soberbio.  Se creía el dueño y señor de todo.  Cometía injusticias de todo tipo contra los pobres polacos.   Con el gran don de fortaleza que llenaba su espíritu,  con gran tacto, con bondad y a la vez con fortaleza actuó.  Se presentó ante el rey y le rogó que cambiase de postura, que no abusara de su poder… El rey montó en cólera.  No quiso escucharle, lo tuvo como enemigo… y juró acabar con él…. Mientras celebraba la Eucaristía, el rey entró brutalmente en la Iglesia y lo asesinó él personalmente.

El Señor vino a confirmar cuán grato le había sido la vida y el martirio de su fiel servidor, ya que sus reliquias obraron muchos milagros como ya los había obrado mientras vivía.  El año 1253 era elevado al honor de los altares.

* El día de hoy procura no faltar a la verdad ni en la más mínima instancia.

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