Nunca, con tan pocas palabras, se había dicho tanto…
* Confiésate, o pide perdón por tus pecados, o ve a misa, o reza el rosario, o pide por tus enemigos, o dedica cinco minutos a Dios nuestro señor, o lee unos versículos del Evangelio, o reza un salmo. Una sola acción, por minúscula que sea, te pondrá en marcha hacia Dios.
* Ten cuidado, porque los círculos viciosos empiezan con faltas insignificantes que facilitan a otras faltas cada vez más grandes, hasta alejarte totalmente del Señor.
* No olvides incluir a tus enemigos en tu oración diaria, así como a todos los que te han hecho daño, pidiendo a Dios que te de corazón generoso para perdonarlos y que les otorgue grandes bendiciones.
* ¿Te atormenta un amor humano? Piensa en este consuelo: Solo Dios Vale la Pena.
* Con Dios nunca estarás equivocado.
* Mi abrigo. Mi alimento. Mi bebida. Mis sandalias. Mi reloj. Mi Señor.
* Nunca estés triste, porque eso es ausencia de Dios. Abandónate al Señor, deja su vida en tus manos y despreocúpate, solo haz tu parte trabajando, orando, luchando, pero siempre con esperanza, con fe, con alegría. Que tu alma siempre tenga una pequeña sonrisa.
* En los castillos levantados sobre dinero, poder y gloria no puede entrar Dios.
* Cuando todo resulta bien en la vida, el hombre tiende insensiblemente a centrarse sobre sí mismo, gran desgracia porque de él se apodera el miedo de perderlo todo, y vive ansioso, y se siente infeliz. Para el hombre, la desintalación es, justamente su salvación.
* Es locura poner el corazón en las criaturas que a la mañana brillan y a la tarde mueren.