Del latín casula, cabaña, pequeña casa o tienda
Vestimenta exterior litúrgica, amplia y abierta por los costados, propio y distintivo del sacerdote. Se usa sobre el alba y la estola, únicamente para el Santo Sacrificio de la Misa.
Confeccionada en tela, tiene la forma de una capa, cerrada por delante con una abertura en el centro para imponerla en los hombros, tipo impermeable o poncho.
La casulla debe ser de material precioso, seda, raso o damasco, tisú de oro o plata y puede ser ornamentada con bordados de hilos de oro, plata o seda de colores diversos. La decoración de una casulla no está ordenada por ninguna ley litúrgica.
La casulla, junto con la dalmática y la capa pluvial, pertenece al conjunto de vestiduras sagradas superiores.
Cambia su color según la celebración y el tiempo litúrgico:
Blanco: Fiestas de Nuestro Señor Jesucristo, María Santísima, santos no mártires. Símbolo de gloria, alegría, inocencia, pureza del alma.
Rojo: Pentecostés, Espíritu Santo, Fiestas de Apóstoles y mártires. Significa fuego de la caridad y sangre derramada por Cristo.
Verde: ordinario del año. Significa esperanza.
Morado: Adviento y Cuaresma. Signo de humildad y penitencia.
Rosado: Tercer domingo de Adviento: alegría, amor. Y también el 4to. domingo de Cuaresma.
Azul: Inmaculada Concepción.
La Casulla Simboliza la caridad, que cubre todos los pecados y por apoyarse sobre los hombros, el suave yugo del Señor.
Esta es la oración que dice el sacerdote al ponerse la casulla: “Señor, que dijiste: Mi yugo es suave y mi carga ligera, haz que lo lleve de tal manera que alcance tu gracia. Amén”.
Benedicto XVI sobre la casulla:
“Llevar el yugo del Señor significa ante todo: aprende de Él. Estar siempre dispuestos a asistir a la escuela de Jesús. De Él debemos aprender la pequeñez y la humildad –la humildad de Dios que se muestra en su ser hombre”.
“Algunas veces quisiéramos decirle a Jesús: Señor, tu yugo no es para nada ligero. Más bien, es tremendamente pesado en este mundo. Pero al mirarlo a Él que ha cargado con todo –que en sí ha probado la obediencia, la debilidad, el dolor, toda la oscuridad, entonces todos nuestros lamentos se apagan”.
La casulla se utiliza en la celebración de la misa en la liturgia católica, así como en las celebraciones de la “Alta Iglesia” anglicana y de las iglesias luteranas escandinavas. Su homólogo en la liturgia de rito bizantino es el phelonion.
La casulla es la vestidura que caracteriza al que preside la Eucaristía. Uno de los gestos complementarios de la ordenación del presbítero, es la investidura de la casulla. Los sacerdotes con-celebrantes deben utilizarla, pudiendo omitirla tan sólo cuando no hubiere suficientes vestiduras, aunque el celebrante principal debe siempre portarla.
Se ha generalizado entre muchos sacerdotes la costumbre de celebrar la Misa sin casulla, tan sólo con alba y estola. La belleza y expresividad de los símbolos litúrgicos nos ayudan a adentrarnos en el misterio de Dios, por este motivo se debe prestar especial atención al cuidado de la liturgia.
Un poco de historia
En la historia ha tenido formas nobles y amplias, derivadas del manto romano llamado pénula. Hasta el siglo IV se llamó pianeta (o planeta) y sólo en el siglo VII adquirió el nombre que hoy tiene. Con el fin de reducir el peso de la vestidura y facilitar el movimiento de los brazos del sacerdote, se empieza a recortar los lados de la vestidura para devenir primero elíptica y luego rectangular, comúnmente llamadas en “guitarrón”.
Con el movimiento litúrgico que comenzó en la primera mitad del siglo XX se procuró un retorno a las formas originales de la casulla, esto es amplia y con tejidos livianos, y que es el diseño actualmente más común, aunque no es raro encontrar el modelo anterior, sobre todo en iglesias históricas.
Las telas que se usaron para la confección de casullas eran, preferiblemente, las sedas, que ya desde el siglo V figuraban en el vestuario de iglesias. Las telas eran traídas de Alejandría, Damasco y Bizancio, durante los primeros siglos, y en la Edad Media de las fábricas que los árabes tenían en Sicilia y España; y luego del siglo XIII, las ciudades italianas de Génova, Luca y Venecia proveyeron a la casulla con riquísimas telas de damasco, brocado y terciopelo. Alguna que otra vez se emplearon telas menos lujosas como la lana, el hilo y el algodón.
Los motivos decorativos se amplían a partir de la Edad Media tardía, y consisten en dibujos geométricos o florales, basados en la estilización de ramos de grana o de figuras de animales reales o fantásticos, como gacelas, halcones y águilas bicéfalas.
La mayor parte de las casullas en “Vestuario para Dios” revelan decoraciones del primer tipo. Por supuesto, a la sofisticación de los tejidos se añadía la riqueza en bordados y labores manuales, que daban a las vestiduras litúrgicas un incomparable valor artístico.
Es de singular importancia el uso del recamado o `pintura’ con aguja, un arte de origen oriental perfeccionado en grado sumo en Bizancio, en el siglo XI. Durante los siglos XIII y XIV, todas las vestiduras litúrgicas se llenan de oro y perlas, camufladas entre follaje, arabescos, flores y animales; a estos motivos se le agregaron temas historiados, escenas bíblicas generalmente, que convirtieron el recamado, en especial el de Flandes e Inglaterra, en una verdadera clase de pintura.
En el período que se ha denominado del Gótico Internacional (siglo XV temprano), se trabajó el llamado oro sombreado, o sea, un fondo dorado que difuminaba la aguja con seda de diversos colores. Muchos recamadores flamencos y franceses realizaron espectaculares casullas, capas pluviales y dalmáticas diseñadas por Rafael, Pollaiolo y Veronese, entre otros.
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