Nació en Imola en el año 380. Mereció el apelativo de Crisólogo, es decir, «hombre de la palabra de oro», por ser el autor de estupendos sermones, ricos de doctrina. De él se conservan 176 homilías, breves, de estilo popular muy expresivas, en las que explica el Evangelio, el «Padre Nuestro» o propone ejemplos de santos para imitarlos y exaltar las virtudes del verdadero cristiano. Elegido obispo de Ravena en el 424, Pedro Crisólogo se demostró inmediatamente buen pastor, prudente y sin ambigüedades doctrinales. Escuchaba con igual condescendencia y caridad tanto a los humildes como a los poderosos.
En el momento particularmente histórico, en el que a los desgarramientos del Imperio romano, dividido internamente y atacado exteriormente por las migraciones bárbaras, se unían las protestas de la iglesia de Constantinopla, que pretendía el primado jerárquico, negando naturalmente el de Roma, la respuesta del obispo de Ravena es una clara profesión de fe. Murió en el año 450.