Nació en Toscana a Finales del siglo IV. Es recordado en los textos de historia por el prestigio moral y político que demostró ante la amenaza de los Hunos de Atila y de los Vándalos de Genserico. Siendo elegido Papa en el año 440, León, en sus veintiún años de pontificado, llevó a cabo la unidad de toda la Iglesia alrededor de su sede, impidiendo usurpaciones de jurisdicción, arrancando de raíz los abusos de poder, frenando las ambiciones del patriarcado constantinopolitano y del vicariato de Arles. Sus ciento cuarenta y una epístolas tratan importantes asuntos de disciplina y fe. Sus señaladas victorias sobre los maniqueos, los arrianos, los nestorianos, los euticianos o monofisistas, los donatistas y los novatianos, que iban en contra de la potestad de la Iglesia para readmitir a los pecadores y perdonar los pecados mortales, dan prueba de su celo.
De espíritu muy comprensivo y previsor, no se detiene en particulares de una cuestión doctrinal y, sin embargo, participa activamente en la elaboración dogmática del grave problema teológico tratado en el Concilio ecuménico de Calcedonia, pedido por el emperador de Oriente para condenar al monofisismo, que negaba la naturaleza de Cristo. León fue el primer Papa que recibió de la posteridad el epíteto de «Magno», es decir, «el grande», no sólo por sus cualidades literarias y la firmeza con la que mantuvo en su vida al decadente imperio de Occidente, sino por la solidez dogmática que demuestra en sus cartas, en sus sermones y en las oraciones litúrgicas de la época. El Papa San León Magno murió en el 461.