Una reflexión para leer y compartir
Si un profesor estudia, se prepara y da una clase de 45 minutos esta trabajando. Si un sacerdote estudia, se prepara y hace una homilía de 45 minutos no trabaja.
Si un psicólogo asiste y aconseja a las personas está trabajando. Si un sacerdote asiste y aconseja a las personas no trabaja.
Si un administrador se organiza, realiza reformas, contrata la mano de obra y administra una empresa está trabajando. Si un sacerdote se organiza, realiza reformas, contrata la mano de obra y administra una iglesia no trabaja.
Si un contador hace cuentas, hace economía, realiza el balance de las finanzas y hace inversiones está trabajando. Si un sacerdote hace cuentas, hace economía, realiza el balance de las finanzas y hace inversiones no trabaja.
Si cualquiera de ellos se toma vacaciones es correcto, porque trabaja. Un sacerdote no puede hacer vacaciones, no puede recibir un sueldo y no merece repeto. No trabaja.
¡Valora a tu sacerdote!
El sacerdote es destinatario de las opiniones más disparatadas.
Si el sacerdote es activo
– Es ambicioso
Si es tranquilo
– Es flojo
Si el sacerdote es exigente
– Es intolerante
Si no es exigente
– Es indiferente
Si el sacerdote hace visitas
– Es incómodo
Si no hace visitas
– Es irresponsable en relación a los fieles
Si el sacerdote está junto a los jóvenes
– Es inmaduro
Si está con adultos
– Es anticuado y pasado de moda
Si está con niños
– Es infantil
Si busca actualizarse
– Es mundano
Si no se actualiza
– Es cerrado
Si el sacerdote cuida a la familia
– Descuida a la Iglesia
Si el sacerdote cuida a la Iglesia
– Descuida a la familia
Si no es un buen orador
– No está preparado
Si es un buen orador
– Es un exhibicionista
Si busca complacer a todos
– No tiene personalidad
Si busca corregir
– Es parcial
Si el sacerdote se viste bien
– Es vanidoso
Si se viste mal
– Es descuidado
Si no sonríe
– Es duro
Si sonríe
– Es irreverente
Si hace cosas nuevas
– Quiere vivir solo de promociones
Si no los hace
– No tiene ideas
Si el sacerdote es alegre
– Es poco serio
Si llora en el altar
– Es demasiado sensible
Si el sacerdote habla en voz alta
– Es irritante
Si habla bajito
– No tiene una voz adecuada
Si el sacerdote celebra la misa en la calle
– Está restando importancia al Evangelio
Si se queda solo en la iglesia
– Se encuentra entre cuatro paredes
Si el sacerdote está triste
– Dicen que ha perdido la fe
Si el sacerdote se enferma
– Dá demasiada importancia al cuerpo
Ser sacerdote es un desafío enorme.
Es una cuestión de llamada y de donación.
El sacerdote es una persona, que tiene sentimientos.
¡Comprende a tu sacerdote!
El sacerdote es un ser humano que necesita de las ovejas como éstas necesitan de él. Es el portador de la Buena Noticia.
Ama y comprende a tu sacerdote.
Reza por tu sacerdote y apóyalo.
Redacción de Aleteia
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