S. SIXTO I (115-125) Nació en Roma, en el seno de la familia Elvidia. Siguió la obra de sus antecesores en tema de organización de la estructura eclesiástica: estableció que un obispo, antes de tomar posesión de su sede, debía exhibir una carta de presentación del Pontífice. Envió al obispo Peregrino a las Galias, para evangelizar algunas zonas que aún no habían sido suficientemente tocadas por la civilización romana.
Reglamentó algunos ritos de la misa, y ordenó que los ornamentos sagrados fueran tocados sólo por los sacerdotes. A él se le atribuyen: la introducción del tríplice canto del Sanctus en la misa; dos cartas apócrifas que tratan de la doctrina de la Trinidad y el Primado de la Iglesia de Roma. A él se remontarían algunas divergencias con la Iglesia de Asia. Después del martirio fue enterrado al lado de S. Pedro por voluntad de Pascual I.
Después de mil años, los condes Alife de Benevento solicitaron su cuerpo. Inocencio II (164) lo concedió. Se cuenta que durante el viaje la mula que transportaba la urna, al llegar en las cercanías de Alatri, no quiso seguir. Los vecinos de este pueblo acogieron los sagrados despojos y los depositaron en la Acrópolis, y ahí permanecen hasta hoy.