S. ALEJANDRO I (105-115) Nació en Roma, en el barrio S. Lorenzo. Fue persona culta y sabia, discípulo de Plutarco y de Plinio el Joven. Parece ser que cuando fue elegido sólo tenía veinte años. En aquella ocasión se adoptó el sistema electivo y no el de designación testamentaria, de maestro a discípulo. Su actividad de misionero hubo de ser importante e incisiva, puesto que se le atribuyen algunas conversiones excelentes: el prefecto de Roma Ermete y toda su familia, por cuya causa fue detenido; el tribuno Quirinio; y su hija Balbina y muchos otros personajes de envergadura. Aportó modificaciones y amplió el rito de la misa; instituyó el uso del agua bendita en los lugares sagrados y en las casas, y prescribió que la hostia que había que consagrar estuviese hecha con pan ázimo, es decir sin levadura. Fue martirizado en la vía Nomentana y más tarde enterrado en la iglesia de S. Sabina.