Jesucristo:
1. Hijo, aún te conviene aprender muchas cosas que no has aprendido bien. El Alma:
2. ¿Qué cosas son estas, Señor? Jesucristo:
3. Que pongas tu deseo totalmente en sola mi voluntad, y no seas amador de ti mismo, sino afectuoso celador de lo que a Mí me agrada. Los deseos te encienden muchas veces, y te impelen con vehemencia; pero considera si te mueves por mi honra o por tu provecho. Si Yo soy la causa, bien te contentarás de cualquier modo que Yo lo ordenare; pero si algo tienes escondido de amor propio, con que siempre te buscas, mira que eso es lo que mucho te impide y agrava.
4. Guárdate, pues, no confíes demasiado en el deseo que tuviste sin consultarlo conmigo; porque puede ser que después te arrepientas, y te descontente lo que primero te agradaba, y que por parecerte mejor lo deseaste. Porque no se puede seguir luego cualquier deseo que aparece bueno, ni tampoco huir a la primera vista toda afición que parece contraria. Conviene algunas veces reprimir el ímpetu, aun en los buenos ejercicios y deseos, porque no caigas por importunidad en distracción del alma, y porque no causes escándalo a otros con tu indiscreción, o por la contradicción de otros te turbes luego y deslices.
5. También algunas veces conviene usar de fuerza, y contradecir varonilmente al apetito sensitivo, y no cuidar de lo que la carne quiere o no quiere, sino andar más solícito, para que esté sujeta al espíritu, aunque le pese. Y debe ser castigada y obligada a sufrir la servidumbre hasta que esté pronta para todo, aprenda a contentarse con lo poco y holgarse con lo sencillo, y no murmurar contra lo que es amargo.
Señor… dame la enorme gracia de estar Tú conmigo… recuérdame siempre que antes de actuar te consulte si procede o no lo que deseo o pretendo hacer. Permíteme cumplir lo que en el Padre nuestro se dice: “… hágase Señor tu voluntad…” y no la mía….
Abre Señor mis oídos a tu voz… Amén…
Estate Señor conmigo
Siempre, sin jamás partirte,
Y cuando decidas irte
Llévame Señor contigo;
Porque el pensar que te irás
Me causa un terrible miedo,
De si yo sin Tí me quedo,
De si Tú sin mí te vas…
Llevamos a Jesús con nosotros, en nuestro corazón; antes de hacer cualquier cosa, conviene siempre ponernos en su lugar y preguntarnos que haría Jesús en esta circunstancia y, entonces, proceder en consecuencia, dejando hacer al Señor a través nuestro… A El todo honor y toda gloria por siempre jamás, amén…