Para predicar a Jesús, primero tenemos que profundizar en su vida. Lleno de negaciones, constantes fracasos, persecuciones por parte de los jefes del pueblo escogido… Jesús nos dejó el ejemplo de una verdadera vida de santidad. Ni siquiera los apóstoles lo entendieron. Refugiémonos en la Virgen, que nos sostiene en las pruebas, y cuando hagamos apostolado, mirémoslo a Él.
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