San Ignacio de Loyola centraba toda su ilusión en ser un gran militar. Había llegado a capitán del ejército imperial, pero durante su vida soldadesca llevó una vida turbia, de hombre "metido hasta los ojos en las vanidades del mundo y soldado desgarrado y vano". Por aquel entonces, Navarra había sido atacada por las tropas de Francisco I, rey de Francia. Poco después, San Ignacio tomaba el camino de Pamplona, pues se avecinaban días de guerra y combates. Ignacio de Loyola iba a la guerra con una enorme ilusión de sueños y grandezas. Las tropas francesas atacaron duramente a Pamplona. Ignacio fue encargado de la defensa de su castillo. La batalla fue dura. San Ignacio derrochó valor y decisión. Después de seis horas de bombardeo de la artillería francesa contra el castillo, parte del muro se derrumbó y se abrió una brecha en él. La infantería francesa se dispuso al asalto del castillo. Pero San Ignacio, con gran arrojo, se puso delante de la brecha dispuesto a defenderla espada en mano y al descubierto. Pero en aquel instante una bala de cañón le cogió de lleno en una pierna y se la rompió, y en la otra le produjo varias heridas. Caído herido San Ignacio, las fuerzas del castillo se rindieron a los franceses. Estos mismos atendieron y curaron a San Ignacio. Cuando estuvo algo mejorado de sus heridas fue llevado a la casa torre de Loyola para su total restablecimiento. De resultas de las heridas recibidas en Pamplona una de las piernas quedaba más corta que la otra. Sintió verdadero horror ante aquel defecto físico. ¿Cómo iba él a aparecer en las competiciones imperiales con aquella pierna? ¡Cuántas angustias pasó entonces San Ignacio! No se daba cuenta que el camino del dolor era, por voluntad de Dios, para bien de su alma y bien de otras muchas. Pero sus pensamientos eran entonces sueños de grandeza. Todavía no había vislumbrado los caminos misteriosos, pero admirables, de Dios. Estando convaleciente en la casa torre de Loyola pidió que le trajeran algunos libros de caballería para poder distraerse. Y en vez de libros de caballería le entregaron una Vida de Cristo y una Vida de Santos. Empezó a leer estos libros y muy pronto, con aquella lectura, en su alma noble y sensible fue penetrando la gracia divina que fue acercándole a Dios. San Ignacio se preguntaba al leer la vida de los santos: "¿San Francisco y Santo Domingo hicieron esto? Pues yo lo tengo que hacer." Curado San Ignacio totalmente salió de la casa torre y fue a visitar el santuario de Aránzazu. Más tarde se fue a Montserrat. Allí pidió a la Virgen le protegiera. Su vida estaba decidida: consagrarse totalmente al servicio de Dios. Se hizo sacerdote y fundó la Compañía de Jesús. La voluntad de Dios se había cumplido. Por el misterioso camino del dolor el capitán del ejército imperial, herido en Pamplona, se convirtió en el San Ignacio de hoy. Explicación Doctrinal: Lee libros buenos, porque te darán ideas elevadas y además enriquecerán tu espíritu. Leyendo libros selectos salimos de nuestra ignorancia, nos hacemos cultos, conocemos mejor la vida y nos forjamos una personalidad noble y digna. Sobre todo en vacaciones lee libros de literatura, historia, biografías de hombres ilustres, obras de religión, arte, sociología, etc. En ellos verás los grandes problemas y acontecimientos de la vida y te enseñarán lo que has de evitar y lo que has de hacer. Cuando leas novelas, comedias y poesías procura que sean buenas, formativas del espíritu y te den un conocimiento de la vida. Hay novelas que deforman el espíritu y dan de la vida un conocimiento absurdo. Pide consejo a persona competente en literatura y en otras materias y te dé un consejo acertado. Jamás leas un libro que llene de error tu inteligencia y te perviertan el corazón. No leas muchos libros. Lee pocos, pero selectos, La lectura debe ser atenta, reflexiva y sosegada. La lectura de buenos libros es un placer y gozo del espíritu. Con la lectura de buenos libros aprenderás a desenvolverte mejor con las gentes y te capacitará para solucionar muchos problemas de tu vida. Norma de Conducta: Leeré los libros mejores.
Buen consejo y además quien obedece no se equivoca.