Saber conversar: El faisán en el jardín del Emperador

El emperador de Austria gustaba pasear solo en coche por las afueras de Viena de riguroso incógnito.

Un día, regresando a la ciudad, vio el emperador, en uno de sus paseos en coche, a un hombre ya mayor, vestido de paisano: pero por su andar firme y marcial demostraba ser un viejo soldado. El emperador ordenó al cochero parar e invitó al viejo soldado a subir al coche para llevarlo a las puertas de Viena. El hombre no reconoció al emperador y aceptó encantado la invitación y se acomodó gustoso en el asiento frontero al emperador.

Como el hombre tenía el rostro encendido y colorado le preguntó el emperador: "¿Parece que hoy habéis comido bien?". El viejo soldado le contestó, sonriendo: "Si, hoy he comido bien, estupendamente bien. He probado plato de rey, probablemente un plato que quizá usted no lo ha probado nunca."

"¿Qué plato ha sido" -preguntó el emperador.

"¡A ver si lo acierta usted primero".

"¿Era un pavo?"

"¡No; mejor aún"

"¿Alguna liebre?"

"¡No, mejor aún!"

"¿Perdiz, acaso?"

"¡Tampoco, mejor aún!"

"¿Jabalí?"

"¡Nada de eso, otra cosa mejor!"

"¡Amigo mío -Dijo el emperador-, no doy con ello".

El viejo soldado, con aire de triunfo, dijo al emperador: "Hoy he comido faisán, matado en el jardín del emperador". El emperador quedó sorprendido de semejante noticia, pero disimuló y no quiso de momento revelarle quién era él. El antiguo soldado se reía de gana ante la cara de sorpresa de su acompañante. Este le dijo: "¿No tiene miedo que el Emperador se entere y entonces despida a su amigo como guardabosques?". A lo que contestó su acompañante: "Al emperador no voy a ir yo a decírselo, y usted tampoco. No tiene usted cara para denunciarme." El emperador le prometió no decir nada a su majestad.

Como el viejo soldado estaba con vena de conversar le preguntó al emperador quién era. A lo que éste le contestó: "Aciértelo. Así me demuestra ser más listo que yo."

"Yo creo que sois militar."

"¡Sí"-dijo el emperador.

"¿Coronel acaso?"

"¡Más aún!"

"¿General?"

"¡Más aún!"

"¿Mariscal?"

"¡Más aún!"

"¿Entonces sois el emperador"

"¡Sí, habéis acertado, soy el emperador!"

El viejo soldado pasó en aquel momento un mal rato. Las palabras se le helaron en la boca. Pero el emperador, afablemente, le dijo: "No tengas ningún cuidado. Nada te va a suceder. Pero dile al guardabosques que cuide mejor mi caza y que tenga prudencia en no convidar a nadie."

Llegó el coche a las primeras calles de Viena. Paró el cochero y bajó el viejo soldado, saludando con respeto al emperador. El pobre hombre, cuando iba a su casa, pensaba en lo imprudente que había estado hablando a lo tonto y a lo loco con una persona desconocida, y se prometió ser más sagaz al conversar con las personas.

Explicación Doctrinal:

Las conversaciones que tengas con tus amigos o con personas de distintas clases sociales debes mantenerlas en un plano de respeto a las ideas de los demás.

La conversación hay que llevarla con sencillez, buscando siempre la verdad y la justicia, reflexionando con la inteligencia y no con el corazón las razones que vas a exponer. No busques en la conversación darte tono, ni pretendas demostrar que sabes tanto y cuanto. Eso es orgullo y vanidad. Di todo lo que sabes con naturalidad y sencillez.

En las conversaciones no disputes violentamente, que a nada bueno conduce y además no convencerás. Con palabras amables conquistarás a tu mayor adversario En las disputas conviene exponer con claridad las ideas procurando buscar siempre la verdad en todo y no el triunfo de tus ideas que pueden ser equivocadas. Ataca a las ideas de los demás con razones, pero ten sumo respeto a las personas evitando cuidadosamente el insulto, la grosería y las palabras soeces.

Cuando veas que alguien tiene razón en sus opiniones e ideas dale la razón y ponte de su parte, no servilmente sino por amor a la verdad, aunque salgan mal paradas tus ideas.

Deja hablar a los demás y escúchales atentamente, puedes aprender muchas cosas de la vida, de las personas, de la cultura, de la ciencia.

Antes de hablar, reflexiona lo que vas a decir. Porque a veces al exponer nuestras ideas o pensamientos, te expones a perjudicarte tú o perjudicar a alguien. Aprende a hablar con reflexión y aprende a callar sagamente. Es una cualidad que la tienes que adquirir con el ejercicio de la conversación. Y así en la vida te irá mejor.

Norma de Conducta:

Que mis conversaciones sean reflexivas y oportunas.

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