Espíritu Audaz y Emprendedor: Ramón y Cajal en el Congreso

Ramón y Cajal, que obtuvo el premio Nobel de Medicina, fue un hombre de gran decisión y audacia en las luchas de la vida, y no se acobardaba ante las dificultades.

El primer trabajo importante de su investigación fue el descubrir que un leucocito había atravesado por si mismo la pared de un capilar. Se lo comunicó a su padre y éste le aconsejó publicarlo. Cajal le replicó: "¿Quién soy yo para que me hagan caso, para discutir de este asunto con tantas figuras eminentes?" Su padre, que poseía un temperamento emprendedor, le indicó: "Con la verdad se va a cualquier parte. Si ahora no te dan la razón, ya te la darán después."

Cajal, entonces, publicó un folleto de carácter científico y lo repartió gratuitamente entre sus amigos médicos. A todos les tuvo sin cuidado los descubrimientos del joven médico. Fue su primer fracaso. Pero Cajal tenía un espíritu emprendedor y no se amilanó. Volvió a editar otro folleto con nuevos descubrimientos del sistema nervioso y los envió a los sesenta biólogos más eminentes del extranjero. Pasaron los meses y nadie le contestó. Entonces supuso que aquellas eminencias médicas no sabían español y con inmensa paciencia fue traduciendo su folleto al alemán, al inglés y al francés. Meses más tarde sólo una revista médica hizo una breve alusión a los trabajos de Cajal. Fue su tercer fracaso.

Un día Ramón y Cajal leyó en una revista que en fecha próxima se iba a celebrar el Congreso Internacional de Anatomía en Berlín. Cajal tuvo una idea audaz: ir él mismo a Berlín y mostrar a los maestros de la Ciencia sus descubrimientos sobre el sistema nervioso. Apenas tenía dinero, pero a pesar de todo Cajal llegó a Berlín con su microscopio Zeiss y sus preparaciones del sistema nervioso. Concurrieron al Congreso los hombres de Ciencia más eminentes. Se dieron conferencias y, sobre todo, se discutieron los trabajos de investigación. En un rincón de la sala del Congreso estaba Ramón y Cajal solo, con su microscopio y sus preparaciones. Pero nadie le hacía caso. Se iba haciendo tarde y Cajal pensaba: "Si uno solo de esos sabios viniera a ver mis preparaciones estoy seguro que admiraría mis trabajos". Y en aquel instante pasaba el profesor Kolliker. Este hombre era un pozo de ciencia. Cajal se le acercó, le cogió audazmente del brazo y le dijo en francés: "Profesor Kolliker, tenga la bondad." El anciano profesor se volvió y se encontró con Cajal, que le arrastraba a su microscopio y le indicó con un ademán que observara. Por complacerle lo hizo. Pero el profesor, nada más poner su ojo en el microscopio, quedó asombrado de la maravilla que estaba viendo. Aquello era completamente nuevo en la ciencia biológica. Con gesto imperativo el doctor Kolliker le pidió todas sus preparaciones, que Cajal las iba colocando en el microscopio. Al cabo de un rato todos los hombres de ciencia del Congreso rodearon a Cajal y le hicieron mil preguntas sobre su técnica de investigación, sus trabajos y sus fórmulas Cajal a todos satisfizo.

Cajal se hospedaba en una pensión humilde de Berlín, y fue invitado por el doctor Kolliker a su casa. Estaba gozoso de haber descubierto a un gran sabio español. El doctor Waldever fue uno de los sabios que aceptó las ideas biológicas de Cajal, dando a la célula nerviosa descubierta por Cajal el nombre de neurona.

Cajal regresó de Alemania triunfalmente, gracias a su audacia y espíritu emprendedor.

Explicación Doctrinal:

Adquiere capacidad de decidirte. Sé emprendedor. Lánzate a obrar. No importa que fracases. Todos los grandes hombres fracasaron al principio. Pero siguieron adelante en sus empresas y triunfaron. Lo fundamental es estar preparado, capacitado para lo que vas a hacer. Piensa antes de decidirte, y si ves que te conviene lánzate audaz y valiente.

La sociedad necesita hombres emprendedores en la religión, en la ciencia, en el arte, en la industria, en el negocio. Ten aspiraciones grandes y trata de llevarlas a la práctica y verás cómo triunfas. Así lo hicieron Julio César. Benito de Nursia, Colón, Cervantes, Miguel Angel, Ignacio de Loyola, Pasteur, Cajal, Ampére, Volta, Newton, Koch, Carnegie, Ford, etc. Estos hombres fueron en un principio nada, pero empezaron con audacia, con una buena preparación y triunfaron.

Norma de Conducta:

Crearé con mi trabajo y estudio un espíritu emprendedor.

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