¿En vacaciones qué va primero: el deber o el placer?

Etapas y estrategias para disfrutar juntos de un verano sin dejar de lado la educación de los hijos

Una etapa feliz es el inicio de las vacaciones escolares. Solo que cuando a los hijos se les ha dicho que “su única obligación es estudiar” comienzan los jaloneos por que regularicen su horario y cumplan con tares asignadas, pues descansar no es no hacer nada y solo ver televisión, sino cambiar a actividades sencillas y gratificantes.

Etapas y estrategias a seguir en estos casos

Primero: Se concede sin ceder

La primera actitud es válida, cuando se relajan y se acuestan tarde pues no hay tares escolares. Mejor ser más flexibles y dejarles disfrutar y descansar sobre todo los primeros días.

Segundo: Ante todo, un ambiente agradable

Planear actividades gratificantes para las que no se requiere dinero y se logre el placer en la familia, un ambiente agradable en donde hacer los deberes conversando, riendo, cantando, para poder planear con gusto las actividades hacia afuera: como contemplar un amanecer, hacer caminatas, carnes asados, ir juntos al cine, ir en bicicleta, pasear al perro al aire libre, actividades culturales, juegos de mesa, visitar a personas en situación vulnerable, gozar de todo lo que unifique el corazón de la familia.

Tercero:  La educación de los hijos continúa en vacaciones

Si ya mandaste, ya te obligaste, pues, por lo que al mandar a un hijo a hacer algo, la principal carga de responsabilidad es del padre que ha mandado, y al no supervisar con paciencia y flexibilidad, el mensaje que se subyace es que, aquello no era tan importante, y ahí es cuando los hijos piensan que mandamos solo por fastidiar.

Cuarto: Un plan familiar de responsabilidades

Asignar tareas. La casa es de todos y, como todos la usamos, todos tenemos la responsabilidad de mantenerla en orden y correcto estado. Una buena estrategia es que los padres involucrándose con una paciente supervisión de acuerdo a la edad de los hijos, distribuyan las tareas para que se realicen en tiempo y forma: como puede ser el orden y limpieza de la ropa, sanitarios, comedor y cocina, etc.

Será importante que esa actividad asignada sea sostenida al menos por una semana, cada día le será más fácil realizarla. Y de ser posible, que sea su responsabilidad de todas las vacaciones.

Quinto: No a los castigos, solo consecuencias de responsabilidad

Quien no haya cumplido se le acumulará la actividad diaria. Hasta que se decida a cumplir.

Si un hijo ya se comprometió o se le ordenó realizar una tarea, y no la hace, no cometer el error de castigarle; aunque sobre la marcha la familia vaya padeciendo consecuencias incómodas. Un ejemplo es la tarea de fregar los platos; si el hijo, no lo hace, se le acumulan, y si se hace una montaña sobre el fregadero, se tendrán que tapar con un mantel para que no se le acerquen moscas, y si pasan dos días, sostenerse…. La realidad de la montaña de platos es la que generará una presión sobre el responsable, y créanmelo, terminará lavándolos, sin que nadie lo diga nada.

Sexto. La autoridad es para formar y servir educando

No te enganches con la amenaza de “no lo voy a hacer” cuando sea necesario asignar alguna tarea, el no confrontar refuerza tu autoridad, ya mandaste…  Atrévete a probar esta actitud acompañada de comprensión: ciertamente, al niño no le es agradable limpiar el polvo de todos los muebles de la casa; ya se le pasará el enfado y sabe que tiene que hacerlo.

Sexto. Respeto, ante todo.

Comprender los tiempos de los hijos y su sentido de urgencia.

Los hijos no dimensionan igual que un adulto los tiempos y la importancia de las tareas.  Deja que los hijos negocien intercambios de actividades, no exijas perfección, fomenta en ellos la capacidad de trabajar en equipo, de organizarse, de solidarizarse entre ellos.

Séptimo. Estar ahí en el momento de que hace las cosas y aplaudirlo.

Elogiar, no sobre lo que se ha hecho individualmente, sino haciendo énfasis en los frutos del trabajo en equipo: por ejemplo: gracias hijos, el orden y la limpieza genera el correcto funcionamiento del hogar en el que todos descansamos y disfrutamos.

Octavo. Sensibilizarlos sobre el cómo se llena la alacena de comida o el closet de ropa

Las vacaciones son una buena oportunidad para enseñar a realizar tareas extraordinarias a las que suelen estar ajenos como las tareas del hogar:  acompañar al mercado; hacer los pagos de los servicios fijos; cocinar; restaurar algún mueble averiado etc.

El error de muchos padres es darse por vencidos con ideas como “para qué, si lo va a hacer como él quiera”; “se tarda demasiado en algo que yo hago en un abrir y cerrar de ojos”; llegando del trabajo, “lo que menos quiero es pelear”… etc.  Así se pierde la oportunidad de oro para sembrar en la familia valores de responsabilidad, organización, igualdad, confianza, solidaridad, trabajo en equipo y autonomía.

Por Orfa Astorga de Lira
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