Marcos 6, 34-44
Autor: Pablo Cardona
«Al desembarcar, vio Jesús una gran multitud, y se llenó de compasión, porque estaban como ovejas sin pastor y se puso a enseñarles muchas cosas. Y cuando ya se hizo muy tarde, se acercaron sus discípulos y le dijeron: El lugar es desierto y la hora es ya avanzada; despídelos para que vayan a las aldeas y pueblos de alrededor; y compren algo de comer. Y les respondió: Dadles vosotros de comer. Y le dicen: ¿Es que vamos a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer? El les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id a verlo. Y habiéndolo visto, dicen: Cinco, y dos peces. Entonces les mandó que acomodaran a todos por grupos de ciento y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los daba a sus discípulos para que los distribuyesen; también repartió los dos peces para todos. Y comieron todos hasta que quedaron satisfechos. Y recogieron doce cestos llenos de los trozos de pan y de los peces. Los que comieron los panes eran cinco mil hombres». (Marcos 6, 34-44)
1º. Jesús, querías ir con tus discípulos a «un lugar apartado para descansar un poco» pues no os dejaban tiempo ni para comen.
Pero cuando llegas al «lugar apartado», una multitud te espera.
Y te quedas con ellos hasta que «se hizo muy tarde» para seguir explicándoles «muchas cosas».
¡Qué ejemplo de afán apostólico, de ese deber que tengo como cristiano de dar doctrina!
Cuando veo tanta gente a mi alrededor que no te conoce, o que te conoce sólo a medias, me debería pasar como a Ti: llenarme de compasión porque están «como ovejas sin pastor».
En cambio, tal vez me he acostumbrado a que mis familiares, amigos y conocidos no vivan cristianamente.
O a lo mejor no me he acostumbrado pero, aunque me sepa mal, ¿qué puedo hacer yo?
«No puedes decir que te es imposible atraer a los demás. Si eres verdadero cristiano, es imposible que esto suceda. (…) Si afirmas que un cristiano no puede ser útil, deshonras a Dios y le calificas de mendaz. Le resulta más fácil a la luz convertirse en tinieblas que al cristiano no irradiar. No declares una cosa imposible cuando es precisamente lo contrario lo que es imposible» (San Juan Crisóstomo).
Como a los apóstoles, me dices: «Dadles vosotros de comer»
Ya sabes que me faltan los medios, ya sabes que soy muy poca cosa para enseñarle a nadie cómo debe comportarse.
Pero me pides que ponga los medios a mi alcance, esos «cinco panes y dos peces»: rezar y mortificarme por aquella persona; hablar a solas con ella, con sencillez; dejarlo algún libro que le pueda ayudar; presentarle a un sacerdote o a otra persona con la que pueda aclarar sus dudas; darle buen ejemplo con mi propia conducta; etc…
Esos son los «cinco panes y dos peces» que tengo.
Tú pondrás el resto.
2º. «Si le ayudas, aunque sea con una nadería, como hicieron los Apóstoles, El está dispuesto a obrar milagros, a multiplicar los panes, a cambiar las voluntades, a dar luz a las inteligencias más oscuras, a hacer -con una gracia extraordinaria- que sean capaces de rectitud los que nunca lo han sido.
Todo esto… y más, si le ayudas con lo que tengas» (Forja.-675).
Jesús, lo primero que me pides es que tenga algo para ayudarte.
Si no rezo; si no hago lo que debo; si no tengo afán de servicio; si no cuido mi vida sobrenatural; si no tengo prestigio como persona honrada y trabajadora, ¿qué tengo?
Y con cero panes, Tú no harás nada, porque el cero no se puede multiplicar.
Además, me pides que lo que tenga lo ponga a tu servicio.
¿Qué hubiera pasado si el muchacho que tenía los panes y los peces, se los hubiera guardado para él?
No habría habido milagro.
Que sepa entregar esos talentos que, en el fondo, son tuyos.
Que no quiera tener, triunfar, estar contento, vivir en paz… sólo para mí.
Jesús, aunque esté cansado por las diversas ocupaciones del día, ayúdame a no dejar pasar ni una oportunidad de dar doctrina.
Que no me acostumbre al error de los que me rodean; y para ello, que viva siempre cerca de Ti.