Desde que pensó en mí, ya sabía lo que iba a vivir. Lo que vamos a vivir por tanto en nuestra vida, no está más allá de nuestros medios, ni fuera de nuestro alcance, no es necesario subir al cielo o ir más allá de los mares para encontrar la voluntad de Dios. Para oírla o ponerla en práctica nos dice Deuteronomio 30, 11-14:
“Este mandamiento que yo te doy no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. No está en el cielo, para que puedas decir: «¿Quién subirá al cielo y nos lo traerá? Entonces escucharemos y lo pondremos en práctica.» Tampoco está al otro lado del mar, para que tengas que decir: «¿Quién pasará hasta el otro lado y nos lo traerá? Entonces escucharemos y lo pondremos en práctica.» Todo lo contrario, mi palabra ha llegado bien cerca de ti; ya la tienes en la boca y la sabes de memoria, y sólo hace falta ponerla en práctica.”
La vida de todo cristiano, de una persona que buscó, encontró, ama y sigue a Cristo, es una invitación permanente a imitar y perfeccionarse en Jesús, Nuestro Señor. Él tuvo todo tipo de momentos en su vida: tremendamente felices en su infancia; intensas experiencias de aprendizaje y encuentro con su propósito en la adolescencia ; encuentro con la intención y compromiso de los otros en sus años de liderazgo hasta el momento de la tentación, la agonía de la pasión y la muerte en la cruz.
La llegada de la cruz
Toda la propuesta de Nuestro Salvador, es para la modernidad algo obsoleto, sin embargo, para aquellos que deciden seguirlo representa el Camino, la Verdad y la Vida hacia el auténtico sentido de la vida y propósito del alma. Por eso, tal y cómo le sucedió a Jesús hay momentos decisivos, puntos de giro, y clímax en nuestras vidas(1).
Son momentos que llegan la mayoría de las veces, como relámpagos, de una forma inesperada, muchas veces, disfrutando de un gran contentamiento en el alma que nos hace pensar que quizá ya tuvimos suficiente dolor o ya sufrimos bastante, o ya me gradué como cristiano. ¡Es ingenuo el que piensa así! Pues llegarán momentos en que toda vida, sobre todo aquella que se toma en serio el seguimiento de Jesús, se encontrará con la cruz.
La cruz asusta. Da miedo porque a nadie le gusta sufrir.
Le dio miedo a los discípulos que lo dejaron solo. Sin embargo, el miedo, la inseguridad y la duda representan el barro del que se vale el Señor para esculpir Su Imagen en nosotros. (2)
Sabemos que para que un escultor pueda hacer realidad una escultura tiene que golpear cientos, miles de veces el material con mucha paciencia, determinación y amor … no hay otro camino. Asimismo, no hay otro camino para imitar a Cristo, duele. Duele y muchísimo. Duele hasta el punto de experimentar agonía y desesperación y cuando estás a punto de hundirte como sucedió a Pedro. Nuestro Dulce Salvador nos mira con compasión y amor , nos salva y renueva la fuerza para seguir adelante, para seguirle con más determinación y Fortaleza.
Por ello la llegada de la cruz, especialmente para aquellos que ya tienen algún tiempo de caminar a su lado, es una propuesta de Jesús que dice: “te quiero más cerca, te escojo a mi lado, lo estás haciendo muy bien”… de otra forma no podría comprenderse. Por eso, la llegada de una cruz, sobre todo una inesperada, es una oportunidad para conocer más íntimamente a Nuestro Señor, aceptar su santa voluntad y abandonarnos dócilmente en su Amor.
Su propósito era hacer la voluntad del Padre
Jesús vivía y oraba para hacer la voluntad del Padre. Esto era su vida, su alimento y su propósito. Él quería hacer a Su Padre feliz. ¿Comprendo esto en los momentos de prueba en mi propia vida? ¿Qué hago? ¿Qué actitudes asumo? ¿Cuán consciente soy que es un privilegio y que me elije para ser parte de su círculo íntimo?
¡Él ha puesto su mirada en mí para que yo, pobre pecador, le ayude a expandir el mensaje de su Amor por los hombres! Entonces, ¿cuánto persevero en mi oración y Amistad con Él? Pues ciertamente la cruz o las cruces son imposibles de soportar y sólo se pueden sobrepasar mirando a Jesús; contemplando con mucha curiosidad y paciencia la naturaleza de Su Sagrado Corazón pues es, ese corazón quien nos dará el sentido y la fuerza para abrazar y comprender la voluntad de Nuestro Padre en la vida.
Oración
Jesús, Maestro, Señor, Salvador y Dios que con cada cruz que llegue a mi vida pueda comprender cuánto me amas y cuánto confías en que yo diré que sí a consolarte, a unirme contigo en la cruz, con toda mi voluntad y con toda mi pasión por Ti.
Me abandono y entrego una vez más mi vida a Ti.
(1) La segunda conversión, Damián Fernández Pedomonte
(2) Idem
Sheila Morataya
Austin, TX
www.sheilamorataya.com
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Sheila Morataya es la Editora de la sesión de la mujer desde la creación de encuentra.com Es psicoterapeuta, coach de vida y talento para la radio y la televisión en los Estados Unidos. Actualmente es Productora Ejecutiva para Relevant Radio en español en los Estados Unidos. Autora de 6 libros entre ellos «El espejo: ámate tal como eres».
Cuando no está trabajando puedes encontrarla sembrando flores, dando clases de desarrollo personal a jovencitas o cocinando para su familia. Puedes escribirle a sheila@sheilamorataya.com