Los gobiernos no utilizan las nuevas variantes del virus para crear una base de datos y exterminar a la población

Un artículo de la web Church Militant se ha hecho eco de una entrevista en la que un hombre que se auto identifica como Mike Yeadon, ex-trabajador de Pfizer, ha aseverado que los gobiernos están utilizando las nuevas variantes del SARS-CoV-2, como la británica, la brasileña o la sudafricana, para “crear nuevas vacunas y reforzar su objetivo de crear una base de datos global”. Estamos ante una información FALSA. Las nuevas variantes surgen de manera espontánea después de que su código genético, al replicarse el virus, presente las mutaciones suficientes como para que sus propiedades cambien. Además, por el momento no se están administrando inyecciones adaptadas a las variantes hasta ahora conocidas.

“Los gobiernos están usando el miedo por las variantes del virus brasileña, sudafricana, británica, y otras variantes para crear nuevas vacunas de recarga y reforzar su objetivo de crear una base de datos global”

El de las variantes es un fenómeno bien conocido por los científicos, y que se da en cualquier tipo de virus: “El SARS-CoV-2, como cualquier otro virus, muta constantemente porque comete algunos errores al momento de replicar su material genético. Las mutaciones (o cambios) pueden ocurrir al azar en cualquiera de las 30.000 bases, o nucleótidos, que componen su genoma”, indica a Verificat Adelaida Sarukhan, inmunóloga y redactora científica de ISGlobal.

Una variante de un virus se forma básicamente cuando este muta de tal manera que su código genético se ha modificado lo suficiente como para considerarlo una nueva ‘rama’ o ‘linaje’. “La gran mayoría de las mutaciones no tienen ningún impacto a nivel biológico (es decir, no cambian su capacidad de infectar o de provocar enfermedad)”, añade la experta.

En el caso de los coronavirus, como el SARS-CoV-2, la mutación es bastante frecuente: se estima que lo hace unas dos veces al mes. “De los 136 millones de casos confirmados de covid-19 en el mundo, se ha secuenciado el virus de alrededor de un millón de ellos y se han descrito cientos de variantes. La gran mayoría de estas variantes son ‘inocentes’”, señala Sarukhan. Sin embargo, unas pocas sí han supuesto mayor motivo de preocupación: “La B1.1.7, descrita en Gran Bretaña, la B1.351 descrita en Sudáfrica, la P.1 (en Brasil) y otras dos descritas en California y Nueva York comparten algunas mutaciones en la proteína Spike que se ha visto pueden aumentar su capacidad de transmisión, su letalidad y/o su capacidad de escapar a la inmunidad natural o mediada por vacunas”.

Planes B

Respecto al hecho de que los gobiernos pudieran estar utilizando las variantes como elementos de presión “para crear nuevas vacunas y reforzar su objetivo de crear una base de datos global”, la realidad es que, a pesar de que algunas inyecciones, como la de Pfizer podrían ver reducida su eficacia debido a la variante británica y sudafricana, de momento no se están creando vacunas nuevas para adaptarse a las nuevas variantes. Para más inrri, “algunos expertos afirman que el virus ya no tiene mucho margen para nuevas mutaciones”, apunta Sarunkhan, pues “acabarían afectando su capacidad para infectar a nuestras células”.

El asunto de las variantes es algo que se ha tenido muy en cuenta desde que comenzara el suministro de vacunas, y con lo que contaban los fabricantes de vacunas, que se encuentran actualmente desarrollando planes B por si de repente surgiera una nueva variante que fuera lo suficientemente distinta para que las vacunas perdieran su efecto. De todas formas, rediseñar las inyecciones para ajustarse a nuevas cepas no es algo nuevo ni extraordinario: cada año, las inyecciones contra la gripe tienen que rediseñarse porque las antiguas se quedan obsoletas.

Yeadon asegura que la vacuna puede servir para “despoblar una proporción significante” de la población mundial, pero no tiene ningún sentido. Mientras que la enfermedad que produce el SARS-CoV-2 se ha cobrado hasta la fecha la vida de al menos 3 millones de personas en todo el mundo, las vacunas de ARNm han demostrado su eficacia en diversos ensayos clínicos en fase III publicados en revistas como The New England Journal of Medicine, en los que se analizó tanto la inyección de Pfizer como la de Moderna. Además, tras un mes de monitorización y más de 13 millones de dosis administradas, los CDC reportaron únicamente 113 muertes, las cuales no estuvieron relacionadas, según los informes, con la vacunación contra la covid-19.

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