Una entrada publicada en Telegraph, una especie de blog creado por Telegram en el que cualquier persona puede crear un post de manera anónima, comparte las imágenes de unas supuestas muestras de sangre vistas al microscopio para asegurar que “las células sanguíneas [de personas vacunadas] cambiaron drásticamente en los días siguientes” a recibir la inyección, y que “innumerables nano partículas extrañas aparecen en la sangre poco después de la inyección”. Es FALSO. Las vacunas no tienen la capacidad de alterar la forma de las células sanguíneas y tampoco contienen nanopartículas aparte de las bolsas lipídicas en las que viaja el ARN mensajero en algunos tipos de viales. |
“Las células sanguíneas cambiaron drásticamente en los días siguientes [de la inyección de la vacuna]. […] Innumerables nano partículas extrañas (motas blancas) aparecen en la sangre poco después de la inyección. Tu cuerpo NUNCA podrá desintoxicarse de esto y eventualmente esas nano partículas entrarán en cada célula de tu cuerpo”
El mensaje viene acompañado de cuatro fotografías, tres de las cuales supuestamente corresponden a sangre de personas que han sido vacunadas contra la covid-19, y una cuarta en la que se supone que la persona no ha recibido la inyección aún, analizada con un microscopio para tratar de ilustrar cómo afecta la inyección a las células sanguíneas.
“Las imágenes parecen manipuladas, no son equivalentes a las que analizamos en el laboratorio”, comenta a Verificat Anna Merino, consultora sénior de la Unidad de Hematología del Laboratorio CORE, un centro de análisis que forma parte del Hospital Clínic de Barcelona.
En una de las fotografías, las células de la sangre supuestamente analizada presentan bultos y manchas. En la entrada de blog se indica que “cambiaron drásticamente en los días siguientes” a la vacunación, pero en realidad se trata de “sangre que lleva un rato a temperatura ambiente”, fuera de la nevera, según interpreta la doctora. “Una vacuna no puede alterar la forma” de los glóbulos rojos, añade. El libro Pregrado de Hematología [página 44], tampoco incluye a las vacunas como causa de ninguno de los posibles cambios en la forma de las células sanguíneas que se describen en él. Estas alteraciones son resultado, en su mayor parte, de enfermedades, como por ejemplo diversos tipos de anemia.
Nanopartículas
Sobre las supuestas nanopartículas que menciona el texto, la doctora reitera que la imagen que las ilustra en los glóbulos ha sido manipulada: “Es tan exagerado que, en el hipotético caso de que lo que dicen fuera verdad, nunca se verían (las nanopartículas) en esta cantidad”.
Por comparar con una situación realista, la doctora ha mencionado las infecciones, en las que los gérmenes que las causan se reproducen con velocidad en nuestro interior: “Para ver en la sangre un germen has de tener una sepsis [una respuesta extrema del cuerpo a causa de una infección con una mortalidad situada alrededor del 30%]”, señala. Es decir, que ni siquiera en contextos en los que se presenta una infección muy extendida y potencialmente mortal (casos muy extremos) se vería esa cantidad de partículas en sangre.
Otro aspecto del análisis que hace sospechar es la presencia de tan pocas células sanguíneas: “No puedes poner una foto donde se vean 7 u 8 hematíes [glóbulos rojos] para hacer una valoración”, insiste la doctora, dado que en el cuerpo hay millones de estas células. Lo correcto es utilizar “varias fotos, y en cada una de ellas tener mil hematíes” para valorar adecuadamente el alcance de una patología.
Cápsulas lipídicas para proteger el ARNm
Como ya hemos explicado en una verificación anterior, las únicas vacunas aprobadas que contienen nanopartículas son las de Pfizer y Moderna, que son del tipo de ARN mensajero. Estas inyecciones contienen la parte del código genético del virus, muy frágil por definición, que codifica a la proteína espícula (o proteína S). Para protegerlo durante su viaje hasta la célula, el ARNm se envuelve con una cápsula lipídica (una ‘bolita’ de grasa), que constituye la única nanopartícula presente en las vacunas, y que, una vez dentro de la célula, se fusiona con la membrana celular y libera su contenido, como detalla Lluís Montoliu, biotécnico del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en su blog.
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