LA PREDILECCION POR LOS POBRES Y MARGINADOS
A veces los hombres, también los cristianos, alejamos a otros de Dios con nuestra conducta desordenada, con nuestra falta de amor al prójimo, que es falta de amor a Dios. Y porque sufren, lloran, padecen persecución e injusticia y violencias de todo tipo, se sienten solos, como alejados de Dios. Creen que Dios está tan lejano, que no se acuerda de ellos. Se sienten pobres y marginados. Y lo son. Otras veces, son los propios hombres quienes se empobrecen y marginan: Ponen su corazón en los bienes materiales, y éstos no les dan felicidad; se dejan llevar de las pasiones sin freno, y se convierten en esclavos. También ellos acaban alejados de Dios, a quien no sienten ya cercano a sus vidas y personas.
Jesús se compadece de todo el que sufre, sea cual sea la causa de su sufrimiento. Pero algunos sufrimientos provienen de culpas del hombre. Así, la prisión justificada, la enfermedad adquirida por la mala conducta, las mutilaciones provenientes de la imprudencia, la pobreza resultante del despilfarro, etcétera. Aunque Jesús ame al que sufre, no alaba esas conductas pecaminosas, que son causa de los citados sufrimientos. Al contrario, las censura y critica. La Iglesia y los que en ella tienen misión de enseñar, hacen lo mismo que Cristo. Harían mal si dejaran de censurar esas conductas pecaminosas.
… Y los pobres son evangelizados.