Una reflexión sobre la urgencia de estar despiertos frente a otra tragedia

TragediaLas cuestiones que están sucediendo en el mundo, requieren toda nuestra atención. Omar Mateen que el día sábado de madrugada, irrumpió en una discoteca para homosexuales y arremetió contra 50 personas matándolos y dejando a otros 50 graves, moribundos, traumados. Nosotros los cristianos, no podemos sólo leer las noticias, decir ¡qué horrible! Y seguir viviendo como que si nada estuviera pasando. ¡Despierten!, le grito el Señor, a los apóstoles cuando se habían quedado dormidos y siento como si hoy mismo nos diría ¡hagan algo! ¿Qué es ese algo que deberíamos hacer? Pues esta es una tragedia más de las que van en el año, ¿ya olvidamos la de Paris hace unos meses? Hay que hacer algo porque es clarísimo que el mundo y las almas necesitan a Cristo.

Ahora mismo puedo imaginarme a los voluntarios, gente de la Cruz Roja, amigos de estas personas, a sus familias diciéndoles: “necesitas ir cuanto antes a ver a un psicólogo para que te ayude con tu trauma. Vas a convivir con recuerdos horrorosos, si no lo haces, no lo vas a poder superar.” Y entonces, la gente se va a buscar al psicólogo (al que el Santo Padre ha llamado ángeles de la guarda, claro, cuando tienen la cabeza y el alma bien formada) y quieren entender el por qué, por qué a mí.

Esto requiere toda nuestra atención, estar despiertos. Despiertos sirviendo a Cristo, mandando a la gente a Cristo en lugar de al psicólogo. Porque esto que pasa, este desorden mental que viven las personas como Omar Mateen, Abdelhamid Abaaoud cerebro responsable de la matanza en París o David Harris quién en 1999 matará a estudiantes del Instituto Columbine; es el resultado de la ausencia total de Dios en la vida de las personas. Ahora mismo, antes de sentarme a escribir este post, he recibido la llamada de una madre de 25 años angustiada porque encontró a su hijo de tan solo seis años viendo pornografía y videos de gente matándose. Esta es una madre que entra a trabajar a las 9 a.m y sale a las 9 p.m de lunes a jueves, ¿quién le está dando amor, atención, valores, consciencia a un niño tan pequeño?

Cada uno, que ha creído en Cristo, que conoce la persona de Jesús y que ha decidido seguirlo de forma absoluta y convencida tiene el deber de no quedarse parado solamente leyendo las noticias o lamentándose como está el mundo. Tú y yo, si amamos a Cristo, si seguimos a Cristo tenemos que lanzarnos a la misa diaria, hacer ayunos, pasar a adorarlo con frecuencia, rezar el rosario, invocar su presencia cada segundo repitiendo “ten misericordia de ellos, de nosotros y de el mundo entero”. Despertemos a rezar por estos asesinos que una vez fueron niños; que tal vez fueron abandonados por su madre y padre; o que fueron abusados por sus compañeros de colegio o que fueron traídos al mundo por gente deshumanizada. Recemos por estos niños, hoy adultos, que viven con odio en su corazón, que salen a matar a las personas y luego se suicidan. Pongámonos del rodilla frente al Señor, en la noche, al hacer nuestro examen de consciencia y preguntémosle: “¿Señor cómo puedo ayudarte mañana? ¿Qué quieres que haga por las almas?” Te aseguro que si haces esto convencido de que estás frente a una persona que te escucha y te ama, Él te va a indicar que hacer. Él se hará oír y tú no durarás en hacer lo que Él te indica.

Siento tanta pena por estas almas. El nombre de Dios es Misericordia, ha escrito el Papa Francisco. Esto hace mucho eco en mi, desde que leí estas palabras suyas. El nombre de Dios es misericordia para estas personas homosexuales que murieron en esa masacre, para los que están graves o recuperándose en el hospital y ahora (y tal vez por primera vez en su vida) se han puesto a reflexionar sobre el sentido de su vida y empiezan a invocar a Dios. Pues bien, bautizados, recemos por ellos: para que busquen a Cristo, amen a Cristo, sigan a Cristo en medio de su tragedia y su vida se pueda ver transformada. Con todo respeto, estas personas no necesitan ir al psicólogo para superar su trauma después de la tragedia, lo que necesitan es ir al encuentro con Cristo para superar su trauma, ser restaurados y transformados de una manera que ninguna ciencia, ni ninguna psicología, podrá hacerlo jamás. Amén.

Oración para despertar al llamado de Cristo

¡Oh Dios Padre, Creador y restaurador de mi alma, recuérdame que eres mi Dios y te amo.

Despiértame todas las madrugadas y recuérdame que la principal razón de mi existencia en la tierra es llevar a los otros a tu Hijo Santísimo y Salvador del mundo.

Que me quiera convertir en un ejemplo de oración andante mi Dios. Que viva despierto las 24 horas del día, pues el alma no duerme nunca. Que embulla que tu nombre es Misericordia, y que bajo la dulzura y guía de esta palabra yo rece y me conmueva por los asesinos, por los que piensan en matar a otros.

Te pido esto Señor con humildad y devoción. Ayúdame a llevarte muchos asesinos convertidos al cielo.

Amén.

FIRMASHEILA

Sheila Morataya
Austin, TX
sheilamorataya.co

 

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