No más ‘mañanas’

El domingo 24 de junio, el Arzobispo José H. Gomez se dirigió a una multitud de más de 3 mil personas en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles durante la Misa por Todos los Inmigrantes. Su homilía fue pronunciada en español e inglés; ésta es una adaptación de ella.

Estados Unidos ha sido siempre excepcional dentro de la familia de las naciones porque desde el principio ésta no fue una nación definida por un territorio o por una raza o pueblo específicos. Estados Unidos desde el principio estuvo basado en un sueño.

Todos conocemos esa hermosa expresión latina, “e pluribus unum”. “De muchas” razas, idiomas, tradiciones y creencias: formamos una nación, una familia. Y todos somos hijos de Dios.

Este es el sueño, la visión que estamos celebrando hoy.

Este es también un día especial en la Iglesia Católica, porque hoy es el “cumpleaños” de San Juan Bautista.

Y, como estoy seguro que pudieron notar, las tres lecturas de la Sagrada Escritura que acabamos de escuchar hablan sobre los niños y la familia.

Nuestra primera lectura de hoy describe el nacimiento del profeta Isaías, y la segunda habla de los hijos de Abraham y de los descendientes de David. Finalmente, el Evangelio nos narra el drama que rodeó el nacimiento de Juan el Bautista.

Escuchamos también hoy ese maravilloso salmo, que dice: “Tú formaste mis entrañas, me tejiste en el seno materno”.

La hermosa verdad es que ¡cada vida es importante para Dios! La vida de ustedes y la mía, ¡la vida de todos! Él está con nosotros en las alegrías y en las luchas de cada día.

Como escuchamos en el Evangelio de hoy, Dios se deleita en el amor de una madre por el niño que está en sus entrañas. Él quiere ver a las madres y a los padres unidos con sus vecinos y con sus parientes.

En la Iglesia, somos el pueblo de Dios, su familia. Y Él nos da el deber de cuidarnos unos a otros. Él nos llama a levantar la voz en contra de la injusticia, a corregir las cosas cuando éstas están equivocadas.

Por eso es que luchamos por la vida y la dignidad de cada niño que está en proceso de nacer. Y ése es el motivo de que todos estemos tan preocupados ahora por los niños que nuestro gobierno ha separado de sus padres en la frontera sur de nuestro país.

Tenemos a miles de niños en instalaciones que están a cientos de millas de distancia de sus padres. Nuestro gobierno dice que pasarán meses —meses— antes de que estos pequeños sean reunidos con sus madres y sus padres.

Tenemos que orar hoy por esos pequeños y por sus padres. Y debemos orar especialmente por nuestros políticos y por todos los ciudadanos de buena voluntad. Que todos nosotros abramos nuestros corazones a la voz de Dios, que nos recuerda en la primera lectura de la Misa de hoy que todos somos sus hijos:

“El Señor me llamó desde el vientre de mi madre; cuando aún estaba yo en el seno materno, Él pronunció mi nombre”.

Estados Unidos fue construido por inmigrantes y refugiados y ellos están todavía haciendo de éste, un país grandioso. Y la verdad es que Estados Unidos necesita más inmigrantes, no menos.

Mis queridos hermanos y hermanas, nuestro país los necesita. Estados Unidos necesita su espíritu inmigrante de trabajo duro y de fe en Dios. Necesitamos su espíritu de auto-sacrificio y la manera en la que ustedes consideran como valor máximo a sus hijos y a sus familias.

Por lo tanto, no podemos desanimarnos ante las voces de miedo y de horror. Tenemos que mantener nuestros ojos puestos en Jesús. Tenemos que seguir escuchando su voz.

Dios nunca dejará solo a su pueblo. En todo tiempo y lugar, Él suscita profetas como Isaías y como Juan el Bautista, para desenmascarar la injusticia, para señalar el camino que hemos de seguir.

Y Dios nos está llamando en este momento a ser sus siervos, a ser sus colaboradores en la renovación del alma de Estados Unidos. Su mano está con nosotros. Él nos está llamando a ser una luz para nuestra nación, para ayudar a hacer de este país, lo que debió ser.

En el pasaje del Evangelio de hoy, escuchamos acerca del nacimiento de San Juan Bautista, el precursor, que fue el primero en proclamar la venida de Jesús. Es interesante escuchar que las personas se sorprendieron por su nacimiento y dijeron:

“¿Qué va a ser de este niño?”, porque seguramente la mano del Señor estaba con él. El niño creció y su espíritu se fortaleció y estuvo en el desierto hasta el día de su manifestación a Israel.

Mis queridos hermanos y hermanas, la palabra de Dios es una palabra de esperanza.

Y en este momento en que estamos tan preocupados por estos niños que nuestro gobierno ha apartado de sus padres, debemos recordar que son hijos de Dios y que Él siempre está con ellos.

Tenemos que orar para que sean tratados con misericordia y con compasión. Y necesitamos poner gran empeño para que estos pequeños sean liberados y reunidos con sus padres, de manera que juntos puedan soñar el sueño americano y hacer grandes cosas en este país.

Y hay casi 2 millones más de niños que han estado viviendo dentro de nuestras fronteras durante casi toda su vida. Algunos tienen ahora entre 20 y 30 años. Ellos son “Dreamers” también. Y, mis queridos hermanos y hermanas, hemos de ayudar a liberarlos a ellos también.

Durante años, hemos estado pidiéndoles a nuestros líderes que compongan nuestro deficiente sistema de inmigración. Año tras año, nos siguen diciendo, “Mañana, mañana”. El próximo año. No importa qué partido político esté en el poder, siempre hay alguna excusa.

Durante años, hemos estado pidiendo a nuestros líderes que arreglen nuestro defectuoso sistema de inmigración. Año tras año, nos siguen diciendo, “Mañana, mañana”. El próximo año. No importa qué partido político esté en el poder, siempre hay alguna excusa.

Nuestros líderes en Washington están a punto de hacer esto nuevamente, están a punto de dejar que otra reunión del Congreso cierre sin tomar medidas.

Hermanos y hermanas míos, tenemos que decirle a nuestros líderes: no más “mañanas”, no más excusas. Éste es el tiempo para actuar.

Hay una legislación para lograr un acuerdo en el Congreso que la Iglesia Católica apoya. Se llama “la legislación de los Estados Unidos”.

Este proyecto de ley tiene un amplio apoyo bipartidista. Y protegería permanentemente a los “Dreamers” de la deportación y les proporcionaría un camino para convertirse en ciudadanos. Fortalecería también la seguridad a lo largo de las fronteras de nuestra nación.

Tenemos que insistir en que nuestros líderes de la Cámara de Representantes permitan un debate sobre este proyecto de ley.

Y hemos de hablar con nuestros vecinos. Es necesario ayudarlos a entender que el “status quo” es moralmente incorrecto.

No podemos seguir ignorando esto por más tiempo. Y no podemos pretender que no estamos todos implicados en ello. La inacción de nuestro gobierno está dividiendo a las familias e hiriendo a los niños, y haciéndolo en nuestro nombre, en nombre de los Estados Unidos.

Esta injusticia ha estado sucediendo por un largo tiempo. No empezó con esta administración. Pero no se detendrá hasta que la gente buena termine su silencio y defienda lo que es correcto.

Entonces, mis queridos hermanos y hermanas, sigamos orando por nuestra nación y continuemos trabajando con empeño por la reforma migratoria en las próximas semanas.

Pidámosle a San Juan el Bautista que nos ayude a que, a ejemplo de él, proclamemos el amor y la misericordia de Dios en estos tiempos en los que tantas personas se sienten enojadas y temerosas.

Y sigamos luchando por un nuevo espíritu de compasión y de amor, especialmente hacia los más débiles y vulnerables de entre nosotros.

Que nuestra Santísima Madre esté cerca de cada niño y que cada padre o madre de familia que a lo largo de nuestras fronteras esté sufriendo hoy la separación. Y que ella nos ayude a cada uno de nosotros a compartir el sueño de Estados Unidos. VN

29 de junio de 2018

Los escritos, homilías y discursos del arzobispo se pueden encontrar en ArchbishopGomez.com


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El obispo José H. Gomez es actualmente Arzobispo de Los Ángeles, California, la comunidad católica más grande en USA. Es también Vicepresidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos y forma parte de la Comisión Pontificia para América Latina.

En su ministerio, el Arzobispo José Gómez anima a la gente a seguir a Jesucristo con alegría y sencillez de vida, buscando servir a Dios y a sus vecinos en sus actividades diarias ordinarias.

Ha desempeñado un papel decisivo en la promoción del liderazgo de los hispanos y las mujeres en la Iglesia y en la sociedad estadounidense. Es miembro fundador de la Asociación Católica de Líderes Latinos y de ENDOW (Educación sobre la Naturaleza y la Dignidad de las Mujeres).

Durante más de una década, el Arzobispo Gómez ha sido una voz clara sobre cuestiones morales y espirituales en la vida pública y la cultura estadounidense. Ha desempeñado un papel principal en los esfuerzos de la Iglesia Católica para promover la reforma migratoria y es autor, entre otros libros,  del titulado: Inmigración y la próxima América: renovando el alma de nuestra nación.

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