Al momento de escribir este artículo vengo en un avión desde Roma y después de asistir a la Canonización de ahora Santa Madre Teresa de Calcuta. Mis experiencias de ello muy pronto por aquí. Es increíble todo lo que se me pasa por la cabeza al mirar el documental de la famosísima Ana Wintour, la eterna editora de La revista Vogue. Me remonta a mis años en la industria del modelaje, los concursos de belleza, el arreglo personal y los desfiles de moda. Es por esto que este post está escrito con convicción y fuerza, y aclaro que si fuerte, sigo siendo una amante de la moda y me gusta.
Lo primero que me llama la atención en el rostro de Ana Wintour y su editora creativa Grace Coddington es dureza en las facciones, resequedad en el trato humano, actitud de gente que vive muy bien su papel de ser como Dios… vacío, eso es no hay contenido en esos cuerpos y esas mentes, no los aviva o mueve el espíritu porque en realidad no se mueven o viven desde el espíritu. Y dice el editor asociadosde Ana, que en realidad ella no necesita ser accesible o caerle bien a nadie, ella está en lo que está, el negocio de la moda.
Esto es muy fuerte. Conociendo tan de cerca este mundo comprendo porque ella es como es y sigue siendo la autoridad máxima pues en el momento en que se descuide alguien más joven, llena de ideas nuevas vendrá y zas le arrebatará el puesto. Y es que el mundo de la moda es así, nada es permanente, cambia segundo a segundo y hay una manada de mujeres y hombres queriendo destacar en esto: diseñadores, modelos, editores, actrices y hasta talentos en la televisión. No lo sé pero ahora , y me imagino que es por la rapidez de nuestra época, actrices, modelos, socialities, atletas que son y han sido famosos de repente salen convertidos en diseñadores, con sus propias líneas hasta de ropa interior. Es un dragón de mil cabezas que atrapa a todos los que se dejan.
“Se pone cada vez más difícil”, admite con profunda tristeza la asistente de Anna, Grace y es algo que conmueve pues ves cómo se hacen mayores y no tienen una piel que brilla, un movimiento en el cuerpo que es trascendente sino más bien una forma de vivir y moverse pegado a la tierra.
Ana podrá ser Ana, la intocable editora de tal famosa, esa que todos los diseñadores desean y que las modelos mueren por aparecer en su portada, pero escinde toda su tristeza detrás de esos lentes negros de sol que nunca se quita en los desfiles de moda y con los que puestos nunca sonríe. Se los quita y no sonríe. ¿Acaso los que conocemos la buena nueva no es todo lo que hacemos?
Vengo de un país muy pequeño donde viví todo esto, pero después viaje a Nueva York(acabo de estar ahí para un Fashion Summit muy distinto a todo esto) , Paris, Barcelona, Roma, Venecia, Tel Aviv y conocí las grandes tiendas y los desfiles y el vacío que hay en la moda que si bien inventó del hombre para embellecer sus cuerpos, puede deshumanizar por completo a la mujer o el hombre si se planta el sentido de la vida y del ser sólo en ella pues la belleza no está en la moda, o en lo que se compre o se ponga uno.
La belleza única e irrepetible es avivada por la vida interna de una mente curiosa y de un alma en la gracia de Dios.
Por una consciencia de saber que la belleza y la moda son pasajeras, mi conclusión es que cada uno debe repensar lo que hará con su vida y buscar cosas que transciendan.
Absorta en ella misma vive esta mujer, absorbida por algo que es pasajero, sin contenido. No sé pero conocer este mundo y el mundo de Dios me hace dar gracias de rodillas por ese día en que Dios me miró misericordioso y con esa mirada paternal transformó los contenidos de mis sueños.
Me sigue gustando la moda, el maquillaje, posar para fotografías y los desfiles de moda aunque ahora no se encuentra en todo ello el sentido de mis años de mi belleza y de mi vida. Creo que hacerme íntima amiga de María, Madre de Dios y Jesucristo me ha ayudado a concluir esto.
Sheila Morataya
Austin, TX
sheilamorataya.co
